De cara al próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC) han elaborado un manifiesto que se inicia, lejos de toda retórica, con el desnudo testimonio de dos mujeres.
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La primera es Cristina, empleada de hogar que cobraba por debajo del salario mínimo interprofesional: “Me despidieron cuando pedí que cumplieran la ley”. La segunda, Delia, trabajadora doméstica que durante el confinamiento siguió acudiendo a la casa donde trabajaba: “Tenía miedo a enfermar, pero también a ser despedida por faltar al trabajo”.
Peor con la pandemia
Como lamentan la HOAC y la JOC, “estos testimonios ponen de relieve cómo las mujeres seguimos padeciendo la desigualdad, la precariedad, el empobrecimiento y la exclusión en el mercado laboral y que la crisis sanitaria ha agravado aún más”. Hasta el punto de que “la pandemia ha retrasado el logro de la igualdad en 135,6 años, según el Foro Económico Mundial (FEM), que en 2020 estimaba que se necesitarían 99,5 años”.
En este sentido, constatan que las mujeres trabajadoras “hemos estado más expuestas, y lo seguimos estando, a la Covid-19, pues trabajamos, mayoritariamente, en el sector servicios: sanidad, educación, hostelería, comercio, y sosteniendo los sistemas de cuidados y trabajo doméstico, lo que significa que, incluso en estos momentos, en los que poco a poco se va notando cierta recuperación económica en nuestro país, a nosotras se nos sigue dejando fuera”.
Datos para la reflexión
Realidad que documentan con datos como estos: la tasa de actividad se sigue manteniendo un 10% más baja que la de los hombres; la temporalidad ya llega al 41% y los contratos a tiempo parcial al 74%; la tasa de desempleo ya alcanza el 16,36%, un 3,5% más alta que la masculino; las mujeres cobran un 14,1% menos que los hombres de media, lo que equivale a dos meses de salario; las mujeres trabajan gratis 43 días al año; el 27,2% de las mujeres se encuentran en riesgo de pobreza; la pensión media de las mujeres es de 837,98 euros, mientras que la de los hombres es de 1260,02.
Ante este panorama ciertamente complicado, la JOC y la HOAC reivindican “el derecho a un trabajo digno y a la dignidad del trabajo como dimensión esencial para que se reconozca nuestra humanidad y no se nos impida aportar a la construcción de una sociedad decente desde nuestra singularidad”.
Con perspectiva de género
Un camino que pasa, en la línea de lo que defiende la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “por la recuperación con perspectiva de género, reflotando a las trabajadoras sumergidas, introduciendo subidas de salario mínimo, incrementando los servicios públicos que mejoren sus condiciones para la participación y asegurando la implantación de igual salario a igual trabajo”.
En este sentido, urge “un cambio de modelo en la organización y financiación de los cuidados, de manera que se convierta en una prioridad política y mejore las condiciones de empleo en este sector altamente feminizado”.
Espacios seguros
De ahí que se llame “a todas las mujeres para generar espacios seguros en los que nos encontremos y tomemos conciencia de que nuestra situación de desigualdad y discriminación está provocada por un sistema social (patriarcado) y económico (capitalismo) que nos ignora y utiliza”.
Dentro de la comunidad cristiana, HOAC y JOC llaman a “seguir construyendo, en nuestra Iglesia y en el mundo, la comunidad de iguales que Jesús creó; y, como aquellas mujeres discípulas que anunciaron su resurrección, seguir comunicando la esperanza en nuestros ambientes, promover la justicia social, los derechos humanos y la igualdad de género”.
