Francisco clama en la misa de año nuevo: “Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que tomó la humanidad de una mujer”

El pontífice ha presidido la celebración de la eucaristía en la basílica vaticana en la solemnidad de santa María, madre de Dios

El 1 de enero, en el calendario litúrgico, se celebra la solemnidad de santa María, madre de Dios. El papa Francisco ha presidido en la Basílica de San Pedro la eucaristía de esta celebración, en la que también se ha establecido, desde hace 55 años, la Jornada Mundial de la Paz, por lo que es habitual la presencia de un buen número de diplomáticos.

El escándalo del pesebre

En la homilía, el Papa ha presentado el pesebre de Belén como “la prueba de que Dios está junto a los pastores; nace en un pesebre, un objeto muy conocido para ellos, mostrándose así cercano y familiar”. “El pesebre es un signo gozoso también para nosotros. Naciendo pequeño y pobre, Jesús nos toca el corazón, nos infunde amor en vez de temor. El pesebre nos anticipa que se hará comida por nosotros. Y su pobreza es una hermosa noticia para todos, especialmente para los marginados, para los rechazados, para quienes no cuentan para el mundo. Dios llega allí sin ninguna vía preferencial, sin siquiera una cuna.Aquí está la belleza de verlo recostado en un pesebre”, prosiguió.

María, sentenció el pontífice, “tuvo que pasar por ‘el escándalo del pesebre’”. “Pensemos en el sufrimiento de la Madre de Dios. ¿Qué hay de más cruel para una madre que ver a su propio hijo sufrir la miseria?Es desconsolador. No se podría reprochar a María si se hubiera quejado por toda esa inesperada desolación. Pero no se desanimó. No se desahogó, sino que permaneció en silencio”, añadió.

Conservar meditando

A partir de los personajes del evangelio, para el Papa “el relato y el asombro de los pastores recuerdan la condición de los inicios en la fe. Allí todo es fácil y sencillo, nos alegramos con la novedad de Dios que entra en la vida, que lleva a todos los ámbitos un clima de asombro. Mientras la actitud meditativa de María es la expresión de una fe madura, adulta; de una fe que no acaba de nacer, sino que se ha convertido engeneradora’. Porque la fecundidad espiritual pasa a través de la prueba”.

Francisco propuso a todos la actitud de María de “conservar meditando. Porque hay ocasiones en que también nosotros tenemos que sobrellevar algunos ‘escándalos del pesebre’”. Añadió que “tenemos la esperanza de que todo va a salir bien, pero de repente cae, como un rayo de la nada, un problema inesperado”, “pero hoy la Madre de Dios nos enseña a sacar provecho de este choque. Nos descubre que es necesario, que es el camino angosto para llegar a la meta, la cruz sin la cual no se resucita. Es como un parto doloroso, que da vida a una fe más madura”.

“María, en primer lugar, conserva, es decir, no desperdiga. No rechaza lo que ocurre. Conserva en el corazón cada cosa, todo lo que ha visto y oído”, “acoge, no trata de camuflar, de maquillar la vida”, describió el Papa. Y ella, añadió, “en su corazón, en su oración, realiza este proceso extraordinario, une las cosas hermosas con las feas; no las tiene separadas, sino que las une. Y así capta el sentido pleno, la perspectiva de Dios. En su corazón de madre comprende que la gloria del Altísimo pasa por la humildad; ella acepta el plan de salvación, por el cual Dios debía ser recostado en un pesebre. Contempla al Niño divino, frágil y tiritando, y acoge el maravilloso entramado divino entre grandeza y pequeñez”.

Mirada inclusiva

De María, el pontífice ha invitado a tener “esta mirada inclusiva, que supera las tensiones conservando y meditando en el corazón, es la mirada de las madres. Es la mirada con la que muchas madres abrazan las situaciones de los hijos. Es una mirada concreta, que no se desanima, que no se paraliza ante los problemas, sino que los coloca en un horizonte más amplio. Vienen a la mente los rostros de las madres que asisten al hijo enfermo o en dificultad”.

“Cuánto amor hay en sus ojos, que, mientras lloran, saben comunicar motivos para seguir esperando. Su mirada es una mirada consciente, que no se hace ilusiones y, sin embargo, más allá del sufrimiento y de los problemas, ofrece una perspectiva más amplia, la del cuidado, la del amor que renueva la esperanza. Esto hacen las madres. Saben superar obstáculos y conflictos, saben infundir paz. Así logran transformar las adversidades en oportunidades para renacer y crecer”, destacó.

En este sentido, concluyo su reflexión señalando que “el nuevo año inicia bajo el signo de la Madre”. Para el Papa, “la mirada materna es el camino para renacer y crecer. Las madres, las mujeres, no miran el mundo para explotarlo, sino para que tenga vida. Mirando con el corazón, logran mantener unidos los sueños y lo concreto, evitando las desviaciones del pragmatismo aséptico y de la abstracción. Y mientras las madres dan la vida y las mujeres conservan el mundo, trabajemos todos para promover a las madres y proteger a las mujeres”. “La Iglesia es madre, es mujer por ello desde este respuesta se puede encontrar el puntico lugar de la mujer en la Iglesia”, recalcó yendo más allá de sus apuntes. Y añadió: “Cuánta violencia hay contra las mujeres. Basta. Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que tomó la humanidad de una mujer, no de un ángel, sino directamente de una mujer”.

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