Antoni Vadell i Ferrer, obispo auxiliar de Barcelona y vicario general, ha muerto hoy a las seis de la mañana, víctima de un cáncer de páncreas que le fue diagnosticado el pasado julio.
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Su fallecimiento, a los 49 años, ha tenido lugar el 12 de febrero, fiesta de Santa Eulalia, patrona de la ciudad. Tal y como informa el Arzobispado de Barcelona en un comunicado, las exequias se celebraran en la capital catalana y los posteriores actos cultuales tendrán lugar en Mallorca.
Los gestos del Papa
A lo largo de toda la enfermedad, Vadell y su familia no solo han recibido el apoyo de la Iglesia catalana y española, sino el acompañamiento directo del Papa Francisco que a lo largo de este tiempo ha mantenido varios gestos de cariño hacia ellos, incluida alguna que otra llamada telefónica.
Nacido en la localidad mallorquina de Llucmajor, fue ordenado con 26 años. Desde el comienzo de su ministerio, alternó su actividad parroquial con la pastoral catequética y educativa. Cuando apenas llevaba unos meses de sacerdote, se le nombró rector del Seminario Menor de la diócesis mallorquina. A partir de ahí, entre otras misiones, fue delegado diocesano de Pastoral Vocacional, delegado de Pastoral Catequética Litúrgica, vicario de Evangelización y formador del Seminario Mayor, en paralelo a capitanear la gestión de varias parroquias.
El 19 de junio de 2017 se hizo público su nombramiento como obispo auxiliar de Barcelona y comenzó a formar parte del equipo del cardenal Juan José Omella. Su capacidad como comunicador llevo a que la Conferencia Episcopal confiara en él y en la periodista Ana Medina para dinamizar las conclusiones y el envío a la misión del Congreso Nacional de Laicos que la Iglesia española celebró en febrero de 2020.
