México: falleció el obispo Antonio Ortega Franco, con fama de santidad

La misa por su eterno descanso será celebrada el próximo 3 de febrero en la Catedral Metropolitana, por el cardenal Carlos Aguiar Retes

Antonio Ortega Franco

Este 1 de febrero falleció el obispo auxiliar emérito de la Arquidiócesis Primada de México, Antonio Ortega Franco, aunque hasta el momento se desconoce la causa del deceso.



A Ortega Franco se le conocía entre el presbiterio de esa Iglesia particular como el “santito”, un sobrenombre que se ganó debido al trabajo que realizó como pastor en una de las zonas con mayores problemas sociales: el centro de la Ciudad de México.

Y es que, durante 15 años se desempeñó como obispo auxiliar del cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México, en la cuarta zona pastoral que comprende delegaciones como la Cuauhtémoc, Iztacalco, Venustiano Carranza y Benito Juárez, con altos índices de delincuencia, narcotráfico, pobreza, marginación e indigenismo.

Fiel al carisma oratoriano

El obispo Antonio Ortega Franco era originario del estado de Guanajuato, donde nació el 22 de diciembre de 1941. Se formó con los padres oratorianos en su estado natal, y posteriormente en la Ciudad de México.

Tras ser ordenado sacerdote en 1968, ocupó importantes cargos dentro de la congregación, entre ellos, Rector del Seminario del Oratorio en México, Prepósito y Procurador de la Federación mexicana de los Oratorianos.

A principio de 2004 fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México por el papa Juan Pablo II, y consagrado el 26 de marzo de 2004. En febrero de 2019, casi 15 años después, el papa Francisco aceptó su renuncia por motivos de edad.

De acuerdo con testimonios publicados en la página de la Arquidiócesis de México, el obispo Ortega Franco solía viajar en transporte público y recorría a pie las calles de su zona pastoral para conocer y atender pastoralmente las realidades más difíciles.

En alguna ocasión –señala el perfil del obispo– se habría negado a utilizar chaleco antibalas debajo de su vestimenta sacerdotal cuando celebraba las misas nocturnas en una colonia altamente delictiva, a pesar de la sugerencias que le hacían los propios vecinos.

“La vocación del sacerdote es ser misionero de calle –dijo en una ocasión a la revista Desde la fe– llegar a ser misionero tiene una implicación de conversión, a una Iglesia diferente, nueva, donde lo importante sea el trato con las personas, amables, cercanos, educados; sobre todo con los necesitados”.

Conocedor de las heridas del pueblo

Haciendo suyas las palabras del papa Pablo VI, el obispo solía advertir a su presbiterio que en el futuro habría millones de ‘Lázaros’, ya no esperando pacientemente las migajas, sino que las arrebatarán con violencia, y el problema es que los ‘Lázaros’ lo arrebatarían no a los ‘Epulones’, porque estos vienen bien armados, con armaduras y todo, sino a otros ‘Lázaros’… por desgracia ese futuro ya es hoy”.

En varias ocasiones también denunció a los explotadores de las mujeres en situación de prostitución de la zona conocida como La Merced, pues estos se oponían a la evangelización de las mismas, e incluso, a los programas sociales que la Iglesia les ofrecía para llevar una vida más digna.

Un pastor cercano a la gente

La arquidiócesis de México, que gobierna pastoralmente el cardenal Carlos Aguiar Retes, a través de un comunicado, destacó del obispo Ortega el testimonio de su ministerio sacerdotal: “será recordado como un pastor cercano a las personas, humilde en el trato y con la alegría sincera de quien se sabe hijo amado de Dios”.

También informó que la misa por su eterno descanso será celebrada el próximo jueves 3 de febrero, a las 12:00 horas en la Catedral Metropolitana, y será presidida por el cardenal Aguiar Retes, con la participación de los miembros del Consejo Episcopal y los Cabildos Metropolitano y de Santa María de Guadalupe.

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