José Trinidad Fernández: “Ser obispo en Venezuela implica ser un buen atleta de Dios”

José Trinidad Fernández (Trino), obispo de Trujillo (Venezuela)

Lleva desde 2014 acompañando las “periferias existenciales” de Caracas como obispo auxiliar, una “excelente escuela” para el desafío pastoral que José Trinidad Fernández Angulo (Mérida, 1964) tiene por delante. El 8 de octubre, el también secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana tomará posesión como nuevo obispo de Trujillo, al oeste del país, una nueva oportunidad para seguir sembrando “una Iglesia más viva, más cercana, más solidaria, más sinodal”.



PREGUNTA.- ¿Siete años como auxiliar de Caracas son un buen “campo de entrenamiento” para dar el salto a Trujillo? ¿Cómo asume este cambio?

RESPUESTA.- Asumo esta nueva responsabilidad con alegría y esperanza. La gente de mi nueva diócesis es muy católica y, desde su erección el 4 de junio de 1957 por el papa Pío XII, los obispos que la han regido han tenido un gran celo pastoral.

Como obispo auxiliar de Caracas y secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana, ha sido una excelente escuela para trabajar y, sobre todo, acompañar al Pueblo de Dios, especialmente a los más alejados, a quienes se encuentran en las periferias existenciales. He tenido la oportunidad de estar con la gente de todos los sectores de la vida caraqueña, pero de una manera especial con las personas de los barrios el 70 y la cota 905, donde las religiosas Compasionistas y Siervas del Santísimo llevan adelante una valiosa tarea de evangelización en las zonas pastorales.

P.- ¿Ser obispo hoy en Venezuela es un “deporte de riesgo”?

R.- Ser obispo en Venezuela implica ser un buen atleta de Dios. Conociendo más a Dios, me conozco más a mí mismo. Siempre hay riesgos en la vida de todo discípulo de Cristo. Desde sus inicios, los primeros cristianos tuvieron que sortear muchos obstáculos y sellaron con sus vidas el testimonio que tuvieron que dar de Jesús resucitado con la entrega de sus propias vidas. En América Latina tenemos a san Óscar Arnulfo Romero, defensor de la vida en todos sus niveles. En Venezuela los obispos, los sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos comprometidos con la nueva evangelización, caminamos con la gente, acompañamos a nuestro pueblo, sabemos de sus anhelos y esperanzas, de las angustias y tristezas de una población que sabe que Dios no abandona la obra de sus manos.

Una tarea de todos

P.- La Iglesia católica, con sus reiterados llamamientos a la unidad, parece ser la única institución que no ha perdido la esperanza de que Gobierno y oposición aparquen un día sus diferencias en beneficio del bien común. Pero, llegado el momento, ¿cómo se recompone luego la honda fractura social que sufre el país?

R.- Recomponer el país es una tarea de todos. Los obispos hemos hecho un llamamiento al Ejecutivo, a la Asamblea Nacional, y todos los gremios e instituciones tenemos que crear espacios para el encuentro, la fraternidad, el diálogo honesto y la inclusión del otro, donde la gente sea tomada en cuenta, y no acomodarse a intereses personalistas o buscar protagonismos; se hace necesario que la persona esté en el centro del debate, sobre todo el más pobre, el que se encuentra excluido de la sociedad, marginado y obligado a huir del país, porque no hay las mínimas condiciones humanas para una vida auténticamente digna, y es urgente encontrar una salida con políticas económicas que permitan al obrero, al profesional, tener salarios dignos. Lamentablemente, falta voluntad política.

Solidaridad internacional

P.- ¿No ha llegado a pensar que la comunidad internacional ha abandonado a Venezuela a su suerte y que solo se acuerda de ella como arma arrojadiza en disputas entre políticos de distinto signo?

R.- En tiempos de pandemia, la humanidad ha entrado en una situación de desolación; las economías a nivel mundial se han visto afectadas y, por ende, cada nación busca resolver las dificultades que a nivel social se le han presentado. Aquí vemos lo frágil que es la vida del hombre. Es necesario recurrir a la solidaridad de los pueblos para apoyar a los pueblos que están siendo víctimas de sistemas políticos totalitarios. La comunidad internacional ha hablado, y manifiesta que se debe hacer un esfuerzo por solucionar los problemas más agudos de esta crisis humanitaria que vive Venezuela. (…)

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