La monja coraje de Myanmar, tras el apoyo del Papa: “No me encerraré, aunque mi vida esté en peligro”

Agradecida por las palabras de Francisco, que dijo ponerse de rodillas contra la violencia como la religiosa, Ann Nu Tawng continúa atendiendo a los heridos por los militares en la clínica javeriana

“Algunos nos dicen que nuestra vida está en peligro, que podemos vernos afectadas, pero no nos cerraremos, no abandonaremos nuestra misión de curar a los heridos, consolar a los afligidos, defender toda vida humana”. Con estas palabras, se expresaba ayer la religiosa Ann Nu Tawng arrodillada ante los soldados en la ciudad de Myitkyina, cuya imagen dio la vuelta al mundo hace unos días al salir en defensa de unos jóvenes que protestaban en favor de la democracia y en contra del golpe militar ejecutado en el país asiático hace un mes y medio. 



“El Papa está a nuestro lado, está cerca de nuestra gente que sufre”, apunta la monja javeriana a la Agencia Fides, que ayer recibió la noticia de que Francisco había llevado a cabo una alusión explícita a ella durante la audiencia general de los miércoles en la que lamentó que “muchas personas, sobre todo jóvenes, están perdiendo la vida para ofrecer esperanza a su país”.

Signos de esperanza

“También yo me arrodillo en las calles de Myanmar y digo: ¡que cese la violencia! También yo extiendo mis brazos y digo: ¡que prevalezca el diálogo! La sangre no resuelve nada. Prevalezca el diálogo”, reclamó Francisco durante la cita de ayer. En respuesta a este gesto, la religiosa ha declarado que “estamos profundamente agradecidos al Papa porque se acuerda de nosotros. Conoce Myanmar, estuvo entre nosotros en 2017. Nos reconforta y anima el hecho de que el Papa apoye con nosotros el fin de toda violencia y el inicio del diálogo”.

“Me sorprende que, según me dicen, sus palabras hayan sido inspiradas por mi gesto de arrodillarme y extender las manos al cielo. Lo hice de corazón. Estos son los gestos de cualquier cristiano que se preocupa por la humanidad” ha señalado la monja. “Sufrimos junto a nuestra gente. La violencia no cesa y el número de heridos aumenta día a día. Nuestra pequeña clínica es una de las pocas instalaciones abiertas, nos las arreglamos para tratar las lesiones menos graves, para para el resto estamos en serias dificultades. Algunos no lo consiguen. Y sin embargo, en esta tribulación, hoy hemos tenido un gran signo de esperanza, junto a las palabras del Papa: dos mujeres embarazadas, heridas levemente, ingresadas en nuestra clínica, han dado a luz hoy a sus bebés, un niño y una niña. Toda vida es preciosa”, ha declarado a la agencia vaticana.

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