Cantalamessa: “Hay un peligro mortal para la Iglesia y es vivir como si Cristo no existiera”

El predicador de la Casa Pontificia ha pronunciado hoy su segundo sermón de Cuaresma

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“Hay un peligro mortal para la Iglesia y es el de vivir ‘etsi Christus non daretur’, como si Cristo no existiera”. Esta ha sido la sentencia que ha hecho el cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, en su segundo sermón de Cuaresma, que ha tenido lugar hoy en el Aula Pablo VI del Vaticano.



En su discurso, Cantalamessa comenzó reflexionando acerca de la tendencia moderna a la máxima de vivir como si Dios no existiera, pero no únicamente de una forma atea. “El pastor Dietrich Bonhoeffer trató de darle un contenido cristiano positivo”, ha afirmado el predicador, “no como una concesión al ateísmo”, sino como “un programa de vida espiritual” para “hacer el propio deber, aunque Dios parezca ausente”.

Así, el recientemente creado purpurado ha explicado que, con este concepto, se pretende no “no hacer de él un Dios-tapagujeros, siempre dispuesto a intervenir donde el hombre ha fallado”. Lo cual, aunque es positivo, puede llevar a que “el mundo y sus medios de comunicación hablan todo el tiempo de la Iglesia. De ella interesan la historia – especialmente la negativa, no la de la santidad – la organización, el punto de vista sobre los problemas del momento, los hechos y los chismes internos”.

Jesús, fuera del diálogo

Sin embargo, tal como ha subrayado Cantalamessa, “la persona de Jesús” apenas es nombrada. “Hace unos años”, continuó, “se propuso la idea de una posible alianza entre creyentes y no creyentes, basada en los valores civiles y éticos comunes, en las raíces cristianas de nuestra cultura, etc. Un acuerdo, en otras palabras, no basado en lo que sucedió en el mundo con la venida de Cristo, sino en lo que sucedió a continuación, después de él”.

“A ello se añade un hecho objetivo, que por desgracia es inevitable”, ha aseverado el cardenal: “Cristo no aparece en ninguno de los tres diálogos más animados que tienen lugar hoy entre la Iglesia y el mundo”. Y es que Jesús “no entra en el diálogo entre fe y filosofía, porque la filosofía se ocupa de conceptos metafísicos, no de realidades históricas como es la persona de Jesús de Nazaret; no entra en el diálogo con la ciencia, con la que sólo se puede discutir de la existencia o no de un Dios creador y de un proyecto inteligente debajo de la evolución; por último, no entra en el diálogo interreligioso, donde se trata de lo que las religiones pueden hacer juntas, en el nombre de Dios, por el bien de la humanidad”.

Ante esta realidad actual, Cantalamessa ha afirmado que la Iglesia debe “permanecer anclada en la persona de Cristo” y los cristianos actuar siempre como su reflejo. “Las Bienaventuranzas son el autorretrato de Jesús”, ha dicho, añadiendo que “la conciencia de Jesús es un cristal transparente. Nunca la más mínima admisión de culpa, o petición de disculpa y perdón, ni hacia Dios ni hacia los hombres. Siempre la tranquila certeza de estar en verdad y en lo correcto, de haber actuado bien; que es muy distinto de la presunción humana de justicia. Ningún otro personaje de la historia se atrevió a decir esto de sí mismo”.

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