La Iglesia, indignada con políticos peruanos que recibieron “en secreto” dosis de la vacuna contra el coronavirus

Más de 460 personalidades políticas están implicadas en este caso que fue bautizado como el ‘vacunagate’

Escándalo en Perú, luego de que políticos y personalidades influyentes se aplicaran “en secreto” la dosis Sinopharm, la vacuna china contra el coronavirus. Entre los implicados de este ‘vacunagate’ se encuentran el expresidente Martín Vizcarra y su esposa, la canciller Elizabeth Astete y la ministra de salud Pilar Mazzetti, quienes renunciaron a sus cargos recientemente. Junto a ellos están 460 personalidades más.



La plana mayor de la Conferencia Episcopal Peruana, encabezada por Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo, rechazó en pleno “la utilización indebida de las vacunas confiadas a nuestras autoridades en bien de la investigación y la salud de todos los peruanos”.

El monstruo de la corrupción

“Esto muestra un nuevo rostro del monstruo de la corrupción y de la crisis ética y de valores que impide la auténtica realización de la justicia y el desarrollo del país”, han expresado, mientras que “la indignación que generan estos hechos se agrava porque deja de lado a los que por más de un año vienen sacrificándose en la primera línea enfrentando esta pandemia”.

Los obispos lamentan lo ocurrido: “No es posible que sigan muriendo médicos, enfermeras, policías, servidores públicos y tantos otros voluntarios, mientras que un grupo insensible busca su propio interés”.

Con esperanza y calma

Los prelados piden a los peruanos: “¡No nos dejemos robar la esperanza!”, porque “son muchos más los que están trabajando y haciendo el bien para superar esta dura prueba”, por tanto “exigimos que estos hechos sean debidamente investigados y sancionados para que la impunidad no tenga más espacio entre los peruanos y, por fin, logremos trabajar en unidad y transparencia para vencer esta pandemia”.

Además han exhortado a las autoridades a garantizar “una correcta distribución y aplicación de las vacunas”, para ello sugieren implementar “un cronograma que se cumpla de manera irrestricta y sin preferencias, priorizando a aquellos que están en primera línea”.

“Estas circunstancias son también un momento propicio para reflexionar sobre la necesidad de una conversión personal permanente, de reconocer qué nos aleja de Dios y del prójimo, y de mostrar la capacidad de no perder la calma”, añadieron.

Foto: EFE

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