García Burillo: “Estoy defendiendo Ciudad Rodrigo del desorden y las divisiones”

Jesús García Burillo, obispo emérito de Ávila y administrador apostólico de Ciudad Rodrigo

“Os exhorto a que no colaboréis con vuestros actos en ninguna campaña que pretenda intimidar a la Santa Sede en su decisión sobre el futuro obispo de nuestra Diócesis de Ciudad Rodrigo”. Así lo dice Jesús García Burillo, obispo emérito de Ávila y administrador apostólico de la diócesis mirobrigense, en una carta a la que ha tenido acceso Vida Nueva y que hoy mismo leerán todos los sacerdotes en misa.



El prelado decide dirigirse a los diocesanos 18 días después de que el ex vicario general, Tomás Muñoz, invitara en su carta ‘¡Surgere civitas!’ a defender la Iglesia local. Y que, según Burillo, ha creado un “ambiente de confusión”, por lo que les insta a “ser dóciles” como la Virgen de la Peña de Francia. Mientras, la realidad es que el Centro de Estudios Mirobrigenses ha lanzado una recogida de firmas para salvar la diócesis.

“Yo soy el representante del Papa”

En primer lugar, el administrador indica que se repite “incansablemente” que la diócesis lleva dos años sin obispo. Por lo que quiere recordar que “hace dos años me envió el Papa. No fui yo quien lo pidió ni quien tomó la decisión. Obedecí inmediatamente y desde entonces no he faltado a ninguna de las obligaciones que competen a un obispo. Todo lo he realizado con gran cariño hacia vosotros”.

“¿Cómo se pueden ignorar todos estos servicios?”, se pregunta para luego rematar: “Ignorarlos es como ignorar al Papa que me envió. Yo he sido y soy no solo un obispo, sino además un representante del Papa entre vosotros”.

“Estoy aquí para defender la diócesis”

En segundo lugar, reconoce que escucha repetidamente que la diócesis no tiene quien la defienda. Pero “resulta que el Papa me ha enviado precisamente para defenderla. Cuando un administrador apostólico es nombrado en una diócesis es precisamente para defenderla. Defenderla de algún desorden o de problemas internos o de otras circunstancias. Y eso es lo que yo he pretendido hacer con sencillez en todas mis actuaciones. He tratado, ante todo, de normalizar la vida de esta diócesis, después de un largo periodo de sospechas y divisiones”, afirma.

Asimismo, muestra su temor de que “el deseo del Papa al enviarme entre vosotros se frustre por la confusión y división que están creando estas invitaciones al levantamiento, que recorren la diócesis y los escritos y que no son sino una manifestación de disconformidad con el Papa, si toma una decisión que no coincida con nuestro propio deseo”.

“Hasta se podría considerar como una rebelión contra su voluntad, si no se inclina ante nuestras peticiones: que mande un obispo propio, exclusivo para esta diócesis. ¿Cómo sabemos nosotros ahora cuáles son las necesidades y los planes del Papa para la Iglesia universal?”, se pregunta.

“El silencio puede ser la respuesta fiel a Dios”

En tercer lugar, hace hincapié en el silencio que dicen que han guardado tanto fieles como sacerdotes. “El silencio puede ser, muchas veces, la respuesta fiel a la voluntad de Dios, mientras que la algarabía, no pocas veces, conduce al desorden y a la división”.

“¿Estamos seguros de que gritando y acosando conseguiremos mayores logros? ¿No estamos contribuyendo a crear un estado de confusión que hará muy difícil el gobierno de la diócesis para nuestro futuro pastor?”, se pregunta, para luego concluir: “Ningún argumento es tan sólido como la confianza en aquel que ha sido puesto por Jesucristo para conducir su Iglesia, el Santo Padre”.

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