Las cinco consideraciones bioéticas de la Iglesia colombiana sobre la vacuna contra el Covid-19

La Conferencia de Obispos de Colombia ha publicado una serie de consideraciones en torno a la vacuna contra el coronavirus ante el inminente inicio del plan de inmunización masiva en el país, que a la fecha registra 1.900.000 casos activos y 48.631 muertes.



Sobre este documento, Oscar Urbina, presidente del episcopado, ha señalado que “promover a nivel doctrinal, ético y pastoral, que las personas acudan a la vacunación como un compromiso con el bien común, protegiendo la salud propia y la de los hermanos”. Vida Nueva hace un repaso de las recomendaciones que los obispos sugieren a la hora de vacunarse contra el coronavirus.

1. Nadie está obligado

Si bien es cierto que “ninguna persona puede ser sometida a un procedimiento médico, sin el propio consentimiento libre e informado o el de sus tutores legales”, la Iglesia colombiana asegura que “toda persona tiene el deber de cuidar la propia salud y la de los demás”, por ende “la búsqueda y promoción tanto del interés personal como del bien común compete a todos”.

“En esta línea del respeto de la autonomía personal, alguien podría rechazar el uso de la vacuna” siempre que tenga “una razón proporcionada para ello” y “en ningún modo el profesional sanitario o la autoridad podría obligarlo a obrar contrariamente”.

2. Vacunarse es altamente recomendable

Actualmente son muchas las variantes de riesgo a la que todos están expuestos, por tanto a la hora de decidir la acción más justa “la persona no puede eximirse de buscar siempre el mejor bien posible” en atención al principio de responsabilidad por el bien común.

En este sentido “la vacunación es altamente recomendable, máxime para aquellos que, movidos por la fe en Jesucristo, promueven en toda circunstancia la dignidad de la persona y el cuidado de la casa-común, consideran la entera sociedad como la gran familia humana y luchan por favorecer a los más necesitados”.

3. Apelar a la conciencia cristiana

Pese a que en las actuales circunstancias se permite recurrir a vacunas desarrolladas “con líneas celulares procedentes de tejidos obtenidos de fetos abortados”, es de notar que por la grave emergencia sanitaria que mata a miles de personas y deja a millones de personas en pobreza a causa del desempleo es necesario prevenir un peligro mayor para la humanidad.

Por ello el acto de vacunarse justifica “la licitud de este recurso” todo en pos de salvar millones de vidas, por supuesto lo ideal sería garantizar “posible el acceso a una vacuna éticamente menos reprochable”, en definitiva “su elección obligaría a la conciencia cristiana”.

“Esta posición de ninguna manera significa aceptar el uso de embriones o fetos humanos como objeto de experimentación, mucho menos la práctica del aborto”, han aclarado.

4.Garantizar el acceso justo y equitativo

En un llamado a las instancias gubernamentales y las autoridades competentes han pedido que se garantice “a toda la población el acceso justo y equitativo a vacunas eficaces, seguras desde el punto de vista sanitario y éticamente aceptables”.

Además son muchos los dilemas éticas afrontar y resolver como “el precio justo de la vacuna, el establecimiento de los tiempos y de las prioridades para su administración, su distribución a lo largo de todo el territorio nacional, acompañada de la oportuna información, el mantenimiento”.

También han pedido evitar “lo que el papa Francisco ha llamado ‘marginalidad farmacéutica’, por lo que debe haber “una especial atención de reservarse a las poblaciones más expuestas al riesgo de contagio y a las menos favorecidas socialmente”.

5.Confiar en la comunidad científica

La Iglesia recomienda evitar “negacionismos infundados y conductas irresponsables que pongan en riesgo la salud pública”, por lo que los colombianos están llamados “a acrecentar su confianza en la comunidad científica y en las autoridades que tendrán a cargo la delicada tarea de decidir los pormenores del plan de vacunación”.

“Las virtudes demostradas a lo largo de estos meses de pandemia, como la solidaridad y creatividad, la paciencia y fortaleza, habrán de seguir caracterizando la vida social y familiar” y aún cuando se haya vacunado “el espíritu de cuidado, prevención y responsabilidad social ha de continuar, evitando imprudencias amparadas en un triunfalismo temprano”.

Foto: EFE

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