Roberto Malgesini, el cura de los últimos que el Papa ‘canonizó’ en la Jornada de los Pobres

Entre los actos que el papa Francisco ha desarrollado en torno a la IV Jornada Mundial de los Pobres destaca el encuentro con los padres del sacerdote Roberto Malgesini, asesinado en Italia el pasado 15 de septiembre. El pontífice definió al sacerdote conocido por su dedicación a los indigentes como “el sacerdote de la calle” que siempre estaba cercano de los descartados, los últimos y los desposeídos.



Ya el domingo, en la misa, Francisco terminó su homilía agradeciendo el testimonio de tantos cristianos, “fieles siervos de Dios, que no dan de qué hablar sobre ellos mismos, sino que viven así, sirviendo”. Entre ellos citó con nombre propio a Roberto Malgesini del que señaló que el “sacerdote no hizo teorías; simplemente, vio a Jesús en los pobres y el sentido de la vida en el servicio. Enjugó las lágrimas con mansedumbre, en el nombre de Dios que consuela”.

El pontífice destacó de este párroco italiano, que “en el comienzo de su día estaba la oración, para acoger el don de Dios; en el centro del día estaba la caridad, para hacer fructificar el amor recibido; en el final, un claro testimonio del Evangelio. Este hombre comprendió que tenía que tender su mano a los muchos pobres que encontraba diariamente porque veía a Jesús en cada uno de ellos”.

Un cura en la calle

Malgesini fue asesinado el pasado mes de septiembre, a sus 51 años, en la ciudad italiana de Como, al norte del país donde era conocido por su entrega a los más necesitados. De hecho, encontró la muerte siendo apuñalado en plena calle por un sintecho con una enfermedad mental al que el presbítero atendía. El propio asesino confesó su crimen inmediatamente a la policía del lugar, que estaba al tanto de sus problemas psíquicos y que en ocasiones durmió en las camas que la parroquia de Malgesini ponía a disposición de los sintecho.

El párroco contaba con un grupo de voluntarios que ofrecían desayunos entre los más necesitados, entre ellos muchos migrantes. Las autoridades locales y regionales mostraron desde el primer momento su consternación por lo sucedido y alabaron la labor del cura de la parroquia de San Roque de Como. De hecho, el Cardenal Konrad Krajewski, limosnero papal, fue quien presidió el funeral del sacerdote en la catedral de Como.

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