Francisco pide en el ángelus un “alto al fuego” humanitario “para hacer frente a las devastadoras consecuencias” del coronavirus

El papa Francisco ha hecho este domingo, 5 de julio, tras la oración del ángelus, un llamamiento para que se produzca un cese del fuego “mundial e inmediato, que permitiría la paz y la seguridad indispensables para prestar la asistencia humanitaria que se necesita con tanta urgencia” por el coronavirus. Lo ha hecho tras la aprobación por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de “una Resolución que establece medidas para hacer frente a las devastadoras consecuencias del virus Covid-19, en particular para las zonas ya afectadas por el conflicto”.



“Espero que esta decisión se aplique con eficacia y prontitud por el bien de las muchas personas que están sufriendo. Que esta resolución del Consejo de Seguridad se convierta en un valiente primer paso hacia un futuro pacífico”, ha deseado.

La fuerza de los pequeños

En sintonía con la liturgia del día, el pontífice señala que para Jesús “los misterios de su Padre son revelados a los ‘pequeños’, es decir, a los que se abren con confianza a su Palabra de salvación, sienten la necesidad de él y esperan todo de él”. Además, en el texto se reafirma que “sólo entre el Hijo y el Padre hay una reciprocidad total: el uno conoce al otro, el uno vive en el otro”.

“Así como el Padre tiene una preferencia por los ‘pequeños’, también Jesús se dirige a los ‘cansados y oprimidos””, continúa el pontífice. “Jesús vive todo esto en plena dedicación al Padre, y de él saca su enseñanza”. Este “Jesús, ‘manso y humilde’, no es un modelo para el resignado ni simplemente una víctima, sino que es el Hombre que vive esta condición ‘de corazón’ en plena transparencia al amor del Padre, es decir, al Espíritu Santo. Es el modelo de los ‘pobres de espíritu’ y de todos los demás “bienaventurados” del Evangelio, que hacen la voluntad de Dios y dan testimonio de su Reino”, sentenció.

Por eso, “el consuelo que Cristo ofrece a los cansados y oprimidos no es sólo el alivio psicológico o la limosna, sino la alegría de los pobres de ser evangelizados y constructores de la nueva humanidad. Es un mensaje para todas las personas de buena voluntad, que Jesús sigue dirigiendo hoy en día en un mundo que exalta a los que se hacen ricos y poderosos, sin importar los medios, y que a veces pisotea a la persona humana y su dignidad. Y es un mensaje para la Iglesia, llamada a vivir las obras de misericordia y a evangelizar a los pobres”, concluyó.

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