El obispo de Puerto Inírida hace un llamado al Gobierno para proteger la vida de los líderes sociales en el suroriente de Colombia

Joselito Carreño Quiñones, obispo del vicariato apostólico de Inírida (Departamento de Guainía), en el suroriente de Colombia, ha hecho un llamado al Gobierno y a las organizaciones de derechos humanos para que “pongan sus ojos sobre estos territorios donde se han presentado tan lamentables  crímenes” contra líderes sociales de esta zona.



La tarea de un líder social –ha dicho el prelado– es luchar y defender los derechos de las comunidades ubicadas en sectores marginados y que históricamente han sido excluidos. Además ha pedido “salvaguardar la vida de todos los que se ven constantemente amenazados ante las innumerables violencias presentes en el territorio local y nacional”.

Cifras en aumento

Carreño ha señalado que en el primer trimestre de 2020 van 36 líderes y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia, de hecho “esta cifra puede aumentar a 60 dado que hay muchos casos que no han sido verificados”, ha aseverado con base en la información la Organización ‘Somos Defensores’.

“Hoy, las amenazas se están materializando si tenemos en cuenta que, en 2017 fueron asesinados 20 líderes, en 2018 asesinados 46 y en 2019 asesinados 25 evidenciándose un descenso en esa fecha. Hoy 36 asesinatos de líderes es una cifra verdaderamente alarmante”, acotó.

Desnaturalizar la violencia

El obispo ha recordado que la Iglesia colombiana “viene insistiendo en la necesidad de crear una política pública nacional para enfrentar esta amenaza”, que “incluya acciones de protección, de respuesta oportuna a las alertas y de presencia eficaz de las instituciones del Estado en las comunidades más vulnerables”.

De igual modo ha denunciado que se “evidencia como el asesinato selectivo de estos líderes sociales ha sido perpetrados por sucesores del paramilitarismo, narcotraficantes, exploradores ilegales de minerales, excombatientes de la FARC y disidentes”, por ello “hay que sensibilizar al máximo la sociedad, desnaturalizar la violencia y no aceptarla más; porque cuando la sociedad calla, esa sociedad otorga”.

“No se puede permitir que esos líderes comunitarios, asociados a la defensa de su territorio, de los derechos humanos y a la participación política de la comunidad en la exigencia de sus derechos, sigan siendo asesinados”, finalizó.

Foto: Vice

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