La receta de Omella y De Guindos para Europa: “unidad e integración” frente a los populismos

La pandemia del coronavirus ha puesto a prueba la debilidad de las instituciones internacionales para afrontar la consecuencias sanitarias, económicas y sociales. De todo ello han debatido el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, y el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, desde Fráncfort. Ambos han cerrado hoy el ciclo de diálogos virtuales de la Fundación Pablo VI sobre el mundo post COVID-19, en esta ocasión en torno a la nueva globalización que deja la pandemia.



Para el arzobispo de Barcelona, “el coronavirus ha sido una oportunidad para descubrir que tenemos que estar atentos en el camino de la globalización”. Las lecciones de la pandemia para el cardenal es que “nos necesitamos todos, necesitamos valorar la persona sea quien sea –los niños, los ancianos…– y nos ha mostrado la importancia de la solidaridad” como alternativa a un egoísmo económico. “La muerte y el dolor nos ha suscitado interrogantes y llamado a los valores trascendentes”, señala. Según el político, la globalización es un fenómeno que tiene luces –como la reducción de la pobreza– y sombras desde el punto de vista económico y social. “Está ahí”, señala, y cree que va a continuar con “modificaciones económicas”, ya que lo que existía era una cadena de producción única mundial en clave de eficiencia que ha fallado.

Mirada desde los pobres

La globalización ha mostrado que está pendiente la problemática de la inmigración. Un “reto para la sociedad acoger a los inmigrantes y hacer que muchos no tengan que huir de sus situaciones vitales”, señala el cardenal, reclamando no poner “barreras” suscitadas por el miedo ante el otro.

Para De Guindos, ante el resurgir del soberanismo regional, hay que trabajar en dejar de lado “una sociedad que solo se mira el ombligo” aprendiendo las lecciones de la historia y siguiendo el ejemplo “de la Europa unida e integrada” frente a la técnica populista de “buscar un enemigo fuera”. El futuro de la Unión Europea será decisivo para el ex ministro del Gobierno de Rajoy, porque “vamos a la peor crisis desde la II Guerra Mundial” y en ese entorno las instituciones deben “ayudar para que la crisis no sea más profunda”, y este “es el momento para una mayor integración europea” a distintos niveles. Para Omella, la aportación europea es “la ilusión y el amor de un proyecto común” lejos de todo complejo. “Hay que volver a las raíces y valores” de ese proyecto como es la tradición cristiana, reclama.

Aterrizando en la realidad española, el cardenal ha condenado la “imagen de crispación” de la política y los medios. “Hay que animar al diálogo”, apunta reivindicando los pactos entre políticos y las iniciativas sociales por el bien común. De Guindos cree que la sociedad está “empeñando en la búsqueda de soluciones comunes” frente a quien usa políticamente la tragedia. Y es que la recuperación pasa por superar “las cicatrices” de la recesión evitando la “crisis de deuda” que afectaría a la renta y al trabajo. Por ello para Omella es necesaria “la mirada desde los pobres”. Techo, tierra y trabajo son las consignas que el prelado ha recordado citando al papa Francisco. 

En este sentido, ambos han alabado la labor de Cáritas en la sociedad española. Omella, en este sentido, ha puesto de manifiesto todos los gestos de cercanía que mantiene la Iglesia, que nunca ha dejado de hacer autocrítica. “Caminamos unos con otros”, reivindica, frente a quienes ven la institución desde la indiferencia.

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