Manolo ‘El del bombo’: “Lo único que me falta en la vida es entregarle un bombo al papa Francisco”

Manolo 'El del bombo'

Manuel Cáceres Artesero, más conocido como Manolo ‘El del bombo’, atraviesa una situación muy delicada. Asegura que su economía ha caído en picado y que está muy cerca de verse en la calle, con su bar cerrado, y obligado a malvender sus bienes más preciados: los bombos con los que ha animado a la Selección española por todo el mundo durante cuarenta años, 400 partidos, diez mundiales y siete eurocopas.



PREGUNTA.- A sus 71 años, la actual situación ha hecho que su conocido bar en Valencia, ‘Tu Museo Deportivo’, esté al borde de la ruina…

RESPUESTA.- Tanto es así que no he vuelto a abrir el establecimiento en junio, que es cuando termino mi contrato de alquiler, y estoy abocado a la jubilación anticipada con una paga de 800 euros y 420 de hipoteca. Estoy abrumado.

P.- ¿Por eso ha abierto una cuenta para pedir donativos que le ayuden a salir de este bache?

R.- Sí. Estoy recibiendo muchas muestras de cariño de la afición, de algunos futbolistas, de la prensa… de los parroquianos de mi bar. Necesito esa ayuda de forma imperiosa y aunque muchos me llaman para que no venda el bombo, porque lo consideran casi un patrimonio nacional, no sé lo que haré. Pero si lo hago es para comer. De momento, se puede colaborar a través de mi web y desde la peña Marea Roja de seguidores de la Selección española, donde se ha creado una campaña de micromecenazgo para ayudarme.

P.- ¿Cuánto cuesta un bombo?

R.- Suele costar unos 250 euros de media… pero el valor emblemático que tienen es muy alto. Muchas veces han querido comprármelo, y yo juraba que no lo haría nunca… Solo lleva por un lado el escudo de España y Manolo. Por el otro lado, reza una leyenda: ‘Deporte sí, violencia no’. (…)

P.- ¿Le queda algo pendiente por hacer?

R.- Pues… lo único que me falta por hacer, antes de terminar mi vida, es ir al Vaticano y llevarle un bombo al Papa –que sé que es muy futbolero– con su cara y el escudo de la Selección argentina. Pero ahora ya no vive mi amiga Paloma Gómez Borrero y no sé quien podría ayudarme. Desde luego, si lo consigo (llora) ¡lo habré hecho todo en la vida! Si veo a Francisco y puedo regalarle un bombo, me podría morir en paz.

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