El presidente de los obispos de Francia le propone a Macron una hoja de ruta para reconstruir el país tras el coronavirus

Éric de Moulins-Beaufort, presidente de la Conferencia Episcopal Francesa

“Mi papel es proporcionarle a un líder político algo para pensar, tratando de ser útil para él, para el país y para toda la humanidad”. Así, en una carta-libro –publicada por Bayard– dirigida al presidente francés, Emmanuel Macron, el presidente de la Conferencia Episcopal de Francia (CEF), Éric de Moulins-Beaufort busca resultar útil en este tiempo complicado de reconstrucción del país tras el coronavirus. Y, tal como recoge La Croix, mostrar una Iglesia abierta, en diálogo con el Estado, impulsada por una sola preocupación: el bien común.



De esta manera, el arzobispo de Reims propone una hoja de ruta en la que ambas instituciones, Iglesia y Estado, trabajen unidas. Pero es también una respuesta a la petición de Macron durante una conferencia organizada el 21 de abril. “El presidente pidió a los líderes religiosos que compartieran sus reflexiones sobre el evento singular que es la crisis de salud que está atravesando todo el mundo”, apunta el obispo de Moulins-Beaufort.

Mantener la unidad

“Añado en el preámbulo una observación: nuestras sociedades han permanecido en paz y toda la humanidad también. Tal vez se está gestando una guerra comercial y económica, pero por el momento ninguna sociedad se ha hundido en la violencia y ningún país ha aprovechado el encierro general para apoderarse por la fuerza de una parte de territorio”, dice el arzobispo.

“Para todos los humanos, esta es una razón de alivio y orgullo”, continúa, mientras que para los creyentes, es una razón de “acción de gracias por Dios que trabaja en corazones y mentes”. “En nuestro país”, matiza, “la unidad mantenida es particularmente significativa, ya que la división social está muy presente y hemos experimentado fuertes tensiones en los últimos años”.

Por otra parte, el presidente de la CEF pide reflexión hacia la prohibición del culto público, advirtiendo que “el Estado siempre corre el riesgo de no tomar ciudadanos por personas responsables”. Y es que, a pesar de la petición de los obispos de retomar las celebraciones para Pentecostés, finalmente el Gobierno francés no llegó a pronunciarse al respecto, manteniendo las medidas.

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