Las monjas que quieren ‘atravesar’ el muro de Trump por los migrantes

Monjas que rezan en la frontera de México y Estados Unidos

Cada año, religiosas del Sagrado Corazón de Jesús recorren parte de la frontera entre México y Estados Unidos; mientras caminan bordeando el muro, elevan sus oraciones por las miles de personas que han perdido la vida en su intento por alcanzar el “sueño americano” y piden a Dios por las que aún mantienen la esperanza de encontrar una vida más digna en ese país.



Pero esto no es lo único que las mueve a hacer este recorrido, conocido ya como ‘Testigos en la frontera’, pues en su afán por aportar un granito de arena a la causa de los migrantes, mientras realizan su caminata orante, procuran también tener un acercamiento a la realidad que se vive en la frontera; información de primera mano que les permitirá incidir en la solución de este flagelo.

Si bien esta iniciativa se ha repetido durante varios años, en esta ocasión fue diferente el panorama con el que se encontraron las religiosas durante los cuatros días que duró el recorrido –del 16 al 20 de febrero–. Las causas: un mayor flujo de migrantes proveniente de Centroamérica y nuevas políticas migratorias del gobierno del presidente Donald Trump, que están teniendo graves consecuencias para las personas que intentan ingresar en territorio norteamericano.

En entrevista con Vida Nueva, la hermana Maricruz Trigueros, de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, explica que en la iniciativa participan también el Stuart Center, con sede en Washington, así como ARISE, una ONG que tiene varios centros de orientación legal en el sur de Texas. Para esta religiosa originaria de Jalisco (México), caminar orando a un costado del muro hace tomar conciencia de que no son pocos los migrantes que han perdido la vida no solo en ese lugar, sino a lo largo de los 3.169 kilómetros de frontera que divide a ambos países. 

Impactante realidad

Las religiosas también estuvieron en el lado mexicano de la frontera, en Matamoros, Tamaulipas, en un campamento para personas que han solicitado asilo en Estados Unidos, pues dadas las políticas migratorias actuales, quienes buscan ingresar a ese país en calidad de refugiados, tienen que realizar los trámites desde la frontera. “Ahí dimos algunos donativos básicos en especie, ya que algunos han estado viviendo durante meses en tiendas de campaña”, dice.

Para la hermana Maricruz, esta fue una de las realidades más impactantes, pues en Matamoros hay unos 2.500 solicitantes de asilo, viviendo en situaciones precarias, “ya que solo cuentan con una tienda de campaña para dormir y cocinan al aire libre de manera improvisada; a pesar de que están organizados y se les brindan alimentos y productos de higiene básica, de todas formas las condiciones atentan contra su dignidad; algunos incluso  están a la orilla del río, tienen acceso al agua, pero esta está contaminada”.

Grupos de jóvenes voluntarios

Parte del objetivo del programa ‘Testigos en la Frontera’ –explica la religiosa– es recabar información que permita planear una estrategia de concienciación a fin de que más personas se interesen en la causa y, en un momento dado, prestar un servicio humanitario con una estructura más grande y organizada.

“Por ejemplo, aún no está bien definido, pero pensamos que podrían ser grupos de jóvenes voluntarios los que apoyen en este campamento, ya que tenemos contacto con la hermana Norma Pimentel, quien ha hecho mucho por la población migrante detenida gracias a la organización Caridades Católicas”.

Las participantes –dos mexicanas, una hondureña, una europea y otra hindú– y el grupo de personas que las acompañó, tuvieron diariamente un ‘espacio de cierre’, de reflexión, para compartir sus experiencias. “En estos espacios fuimos descubriendo la llamada de Dios para actuar de manera concreta y cambiar nuestros esquemas, lo que nos lleva a solidarizarnos”.

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