La denuncia sin anestesia del Movimiento Cultural Cristiano: “Esta economía mata”

  • Este sábado 30 de noviembre presenta su última campaña en la que desnuda el “neocapitalismo”
  • La entidad lleva más de tres décadas promocionando una cultura enraizada en la justicia social

Un grupo de niños, en un suburbio de Venezuela/EFE

Este sábado 30 de noviembre, a las 18:00 horas en la madrileña Casa de Cultura y Solidaridad, el Movimiento Cultural Cristiano (MCC) lanza su campaña ‘Esta economía mata’, en la que reivindica que “todos somos responsables de todos o todos somos esclavos”.

La entidad, que lleva más de tres décadas promocionando una cultura enraizada en la justicia social, denuncia que “la falta de una auténtica voluntad política, que se enmascara con puro asistencialismo, sigue siendo la principal razón” de “la miseria y el hambre”.

La cara oculta de la revolución tecnológica

“En la última década –prosiguen en la convocatoria–, esta guerra de los poderosos contra los débiles cuenta con el impulso de la revolución tecnológica”, que solo está “al servicio del neocapitalismo”. Así, “mientras la riqueza se concentra en cada vez menos manos, el 80% de la humanidad vive inmersa en un proceso de empobrecimiento y miseria, de violencia y totalitarismo que tiende a hacerse permanente”.

Y es que, recalcan, “esta economía mata”… “Esta economía nos mata explotándonos o nos mata consumiendo. El trabajo asalariado carece de sentido solidario y nos han convertido en mercancías que se pueden usar y tirar. Solo somos valiosos entonces como clientes o consumidores. ¿Y qué salida nos propone el neocapitalismo? Para una minoría de enriquecidos, la Renta Básica, es decir, aceptar la ‘sopa boba’ del siglo XXI. Aceptar la Renta Básica es aceptar el fracaso”.

División, muros, violencia…

“Esta economía –abundan– mata la fraternidad universal porque genera división, muros, mafias, terrorismo, violencia y guerras por doquier. El nacionalismo y el populismo también conducen inevitablemente a la guerra. Esta economía mata la familia, que siempre ha sido la piedra angular de todo el edificio social. Al totalitarismo del Mercado y el Estado le estorban la esposa, el marido y los hijos. Le estorban los hermanos. Le estorban los inmigrantes, los discapacitados, los que piensan distinto. Y, por supuesto, le estorban los más débiles: los empobrecidos miserables, los niños y los viejos. Los esclavos no deben tener razones para luchar”.

El siguiente paso es que “esta economía mata a la persona. Esta economía mata nuestros vínculos solidarios con los demás. Porque es más fácil manipularnos siendo individualistas, hedonistas, frustrados, compitiendo unos con otros… Y por eso quiere colonizar también nuestra conciencia”. Cuando “lo real es que el individualismo, consumista y caprichoso, nos ha convertido también en esclavos. Lo real es que estamos enfermos de indiferencia hacia los demás. Lo real es que estamos enfermos de soledad. Y esta economía ha encontrado otro gran negocio en sus ‘alternativas’ de rebeldía, en las demandas de capricho, en nuestra depresión y en nuestra frustración”.

Aborto y eutanasia

“Es realmente preocupante –concluyen– cómo hemos aceptado como un bien una cultura de muerte, que pide como derecho el aborto para los no nacidos y la eutanasia para los viejos inútiles y dependientes. Es realmente preocupante que muchos jóvenes perciban el suicidio como su única salida”.

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