Yo, cristiana perseguida en… Marruecos

  • Meryam tiene 30 años y se educó en el Islam hasta que huyó al extranjero y entró un día en una pequeña capilla
  • “Tengo amigos que los han echado de su trabajo por ser cristianos, y van evangelizando por las calles porque su fe es más grande que el miedo”, relata

Francisco en Marruecos

Meryam recuerda aquel día cuando empezó su camino de conversión. “Salí de casa sin nada, iba andando y vi una capilla. Sentí que Algo me llamaba y entré. Vi la imagen del Corazón de Jesús que era muy grande y como tenía los brazos abiertos, sentí en aquel momento, como me daba un abrazo”.

Tiene 30 años y es natural de Marruecos. Meryam, como la mayoría de las niñas en su país, conoció el islam desde temprana edad, a través de su familia. “Recuerdo que era una niña con muchas responsabilidades, allí teníamos que ser amas de casa desde pequeñas, era muy difícil. Aprendí a rezar con mi madre, aunque en el colegio también nos enseñaban”. Sin embargo, cumplir las tradiciones de la religión basada en el Corán era para ella solo una obligación. “Rezaba y practicaba el Ramadán porque lo tenía que hacer, porque no tenía libertad para elegir otra religión. Pero sinceramente nunca encontré verdadera felicidad en el islam”.

En ese momento Meryam decide cambiar su vida para siempre en busca de sentido y felicidad. “Me escapé de mi casa y me vine al extranjero ilegal. Estuve en varias tierras rehaciendo mi vida, estudiando”. En este nuevo camino ha encontrado dificultades, y al mismo tiempo, gente que la ha apoyado. “Después de mucho tiempo me sentí un ser vivo, con derechos”.

El Milagro de Dios

Una sencilla capilla era testigo de un acontecimiento inaudito: Meryam se encontraba con Jesús y Él la consolaba. “Paz, eso sentí, mis lágrimas se secaron, fue algo que nunca había sentido antes, inexplicable. Lo sentí en aquel momento y lo sigo sintiendo hasta el día de hoy. Y eso fue lo que cambió mi vida radicalmente. Luego al salir de la capilla me sentí feliz, sentí que ya era cristiana, lo tenía clarísimo, era un milagro de Dios”.

La joven marroquí comenzaba una nueva etapa, convertirse al cristianismo era para ella volver a nacer.  “Yo pensaba que era fácil. Con mi marido íbamos a misa tan felices, pero todo era distinto. Hay que saber rezar, hay que ir a catequesis, recibir el bautismo, la comunión, la confirmación… Pero tomé la decisión y empecé mi camino de ser cristiana católica”.

En Marruecos los cristianos o los musulmanes que se convierten son perseguidos. Esa situación hizo que Meryam experimentase el miedo. “Tuve miedo porque en mi país hay gente que la han matado, pero decidí dar el paso, y como Jesús sacrificó todo por nosotros, ¿qué menos podemos hacer por Él?”

“La noche anterior al bautismo volvieron mis temores porque iba a haber muchísima gente durante la celebración. Dormí mal; soñaba que me arrojaban piedras, yo corría y me caía en las líneas del tren y seguían apedreándome. En ese momento miré al cielo y vi otra vez a Jesús que me abrazaba, que me cuidaba. Esa era la fuerza que me faltaba. Entonces llegué con más fuerza al día de mi bautismo”.

Tras su conversión Meryam vive feliz, aunque reconoce que le gustaría ser tan valiente y firme en la fe como los cristianos de Marruecos. “En Marruecos hay miles de musulmanes que se han convertido al cristianismo. Como ellos no tenían amor, al conocer a Jesús, que es el verdadero Amor, todos quieren ser sus seguidores. Esto me llena de mucha alegría. Tengo amigos que los han echado de su trabajo por ser cristianos, y van evangelizando por las calles porque su fe es más grande que el miedo. Muchos que han sido encarcelados por ser cristianos, y siguen evangelizando en las cárceles. Los cristianos marroquíes no reciben ayuda, solo tienen su fe y su valentía.”

Con lágrimas en los ojos, habla de Dios como el gran Padre. Por eso vive entregada a Él que ha obrado el milagro de su vida.

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