Francisco clama contra la trata: “Cualquier forma de prostitución es una reducción a la esclavitud”

  • El Papa denuncia que haya clientes que se definen cristianos en el prefacio de un libro sobre esta realidad
  • “Sin detener la demanda de los clientes no se podrá contrarrestar la humillación de vidas inocentes”

Víctima de trata posa ante unas rejas España Adoratrices Proyecto Esperanza

“Sin detener una demanda tan alta de los clientes no se podrá contrarrestar eficazmente la explotación y la humillación de vidas inocentes”. Así se refiere el papa Francisco en el prefacio del libro ‘Mujeres crucificadas. La vergüenza de la trata relatada desde la calle’ (Rubbettino) de don Aldo Buonaiuto, de la Comunidad Papa Juan XXIII.

“La corrupción es una enfermedad que no se detiene por sí sola, sirve una toma de conciencia  a nivel individual y colectivo, también como Iglesia, para ayudar realmente a estas desafortunadas hermanas nuestras y para impedir que la iniquidad del mundo recaiga sobre las más frágiles e indefensas criaturas”, afirma Francisco para luego recordar que “cualquier forma de prostitución es una reducción a la esclavitud, un acto criminal, un vicio repugnante que confunde hacer el amor con desahogar los propios instintos torturando a una mujer indefensa”.

En el mismo sentido, el Papa añade que “es una herida a la conciencia colectiva, una desviación del imaginario corriente. Es patológica la mentalidad por la cual una mujer debe ser explotada como si fuera una mercancía para ser utilizada y luego desechada. Es una enfermedad de la humanidad, una forma equivocada de pensar  de la sociedad”. Por eso, “liberar a estas pobres esclavas es un gesto de misericordia y un deber para todos los hombres de buena voluntad”, porque “su grito de dolor no puede dejar indiferentes ni a los individuos ni a las instituciones”. Y asevera: “Nadie debe darse la vuelta para el otro lado o lavarse las manos de la sangre inocente que es derramada en los caminos del mundo”.

Mujeres crucificadas

Jorge Mario Bergoglio comienza su texto recordando su visita a la casa de la Comunidad del Papa Juan XXIII durante el Año Santo Extraordinario, en el marco de los denominados Viernes de la Misericordia. “No pensé que allí adentro encontraría a mujeres tan humilladas, afligidas y exhaustas. Realmente mujeres crucificadas. En la habitación donde encontré a las muchachas liberadas del tráfico de la prostitución forzada, respiré todo el dolor, la injusticia y el efecto de la opresión”, explica.

Y continúa: “Fue una oportunidad para revivir las heridas de Cristo. Después de escuchar los relatos conmovedores y humanísimos de estas pobres mujeres, algunas de ellas con niños en brazos, sentí un fuerte deseo, casi la necesidad, de pedir perdón por las verdaderas torturas que tuvieron que soportar a causa de los clientes, muchos de los cuales se definen cristianos. Un impulso más para rezar por la acogida de las víctimas de la trata de la prostitución forzada y la de la violencia”.

Por último, el Papa señala que “una persona no puede ser nunca puesta en venta. Por eso me alegra poder dar a conocer la preciosa y valiente labor de rescate y rehabilitación que Don Aldo Buonaiuto viene realizando desde hace muchos años, siguiendo el carisma de Oreste Benzi. Esto también implica la voluntad de exponerse a los peligros y las represalias de la delincuencia que han convertido a estas muchachas en una fuente inagotable de ganancias ilícitas y vergonzosas”.

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