Francisco en Macedonia: “Uno de los principales problemas de hoy es que los jóvenes han perdido la capacidad de soñar”

Francisco Macedonia

“Quisiera deciros que nunca se sueña demasiado”. Con estas palabras ha comenzado el papa Francisco su discurso durante el encuentro ecuménico e interreligioso con los jóvenes del Centro Pastoral de Skopje, celebrado hoy, 7 de mayo. “Uno de los principales problemas de la actualidad y de tantos jóvenes es que han perdido la capacidad de soñar”, ha subrayado y, para el Santo Padre, “cuando una persona no sueña, ese espacio es ocupado por el lamento y la resignación”.

Francisco ha recomendado a los presentes que nunca se dejen llevar “por la diosa lamentación” ya que es “un engaño” que hace a las personas “tomar la senda equivocada”. Y es que sueños como el de fortalecer el diálogo ecuménico e interreligioso, lleva a las personas a querer “comprometernos”, como ocurrió, como ha recordado el Papa, con el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb, con quien firmó un documento “que dice que la fe nos tiene que mover a los creyentes a ver en los otros a un hermano que debemos sostener y amar, y no dejarnos manipular por intereses mezquinos”.

“El joven no tiene miedo a hacer de su vida una buena aventura”, ha dicho Francisco, preguntándose qué mayor aventura existe que la de “darle esperanza a un mundo cansado”. “Los sueños nos ayudan a mantener viva la certeza de saber que otro mundo es posible y que estamos invitados a involucrarnos y formar parte de él con nuestro trabajo, con nuestro compromiso y acción”, ha añadido.

No temer a los errores

Francisco ha recordado las palabras de la exhortación apostólica ‘Christus vivit’, en la que, refiriéndose también a los jóvenes, señala que “los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño, renunciando a las prisas” y, al mismo tiempo, requieren que “uno no se detenga no por inseguridad, no hay que tener miedo de apostar y de cometer errores”. Por el contrario, el miedo “hay que tenerlo a vivir paralizados, como muertos en vida, convertidos en seres que no viven porque no quieren arriesgar, porque no perseveran en sus empeños o porque tienen temor a equivocarse”, ya que, ante un error, “siempre podrás levantar la cabeza y volver a empezar, porque nadie tiene derecho a robarte la esperanza”.

Por otra parte, el Papa ha señalado que los miembros de la Iglesia no tienen que ser “bichos raros”, sino que todas las personas tienen que “sentirnos hermanos y cercanos”. Al mismo tiempo “tenemos que atrevernos a ser distintos, a mostrar otros sueños que este mundo no ofrece”. Como ejemplo de ello ha invitado a los presentes a pensar en la Madre Teresa, la cual, cuando vivía en Macedonia, “no se imaginaba cómo sería su vida, pero no dejó de soñar y de esforzarse por descubrir siempre el rostro de su gran amor, Jesús, en todos aquellos que estaban al borde del camino”.

Fue, en definitiva, una mujer que “soñó a lo grande y por eso también amó a lo grande”. Y, recordando a la Madre Teresa, ha animado a los asistentes al encuentro a escuchar la llamada “presente en cada uno de vosotros” a “trabajar con sus propias manos, a tomar la vida en serio, para hacer algo hermoso con ella”.

La necesidad de estar acompañados

Sin embargo, Francisco ha señalado que “nadie puede pelear la vida aisladamente”, como tampoco “se puede vivir la fe sin comunidad, solo en su corazón o en casa, encerrado o aislado entre cuatro paredes”, ya que todas las personas “necesitamos una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante”. Por eso, es necesario que los jóvenes sueñen, pero que no lo hagan solos, ya que en soledad se “corre el riesgo de tener espejismos”.

En una época en la que las personas están “conectadas pero muy poco involucradas”, el Papa ha propuesto recuperar el “cara a cara”, como se hizo en el Sínodo de los Jóvenes celebrado el pasado mes de octubre. “Escuchar fue el mejor antídoto contra la desesperanza y la manipulación, contra la cultura de lo instantáneo y de los falsos profetas que sólo anuncian calamidades y destrucción”, ha subrayado, y ha recomendado a los jóvenes que dediquen tiempo a escuchar a los ancianos, ya que “para un corazón enfermo de resignación, ningún remedio es mejor que escuchar las vivencias de sus mayores”.

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