Francisco a las autoridades de Bulgaria: “Ya que conocéis el drama de la emigración, no os cerréis a quien llama a la puerta”

El papa Francisco, en su viaje a Bulgaria

“A vosotros, que conocéis el drama de la emigración, me permito sugeriros que, siguiendo vuestra tradición, no cerréis los ojos, ni el corazón, ni la mano a quien llama a vuestra puerta”. Con este mensaje de acogida a los migrantes, el papa Francisco se ha dirigido a las autoridades de Bulgaria en su primer discurso en estas tierras, pronunciado en la plaza Atanas Burov.

El Papa aterrizaba a las 09:00 horas en el aeropuerto de Sofía. A los pies del avión le esperaba el primer ministro de la República de Bulgaria, Boyko Borisov, con quien mantuvo una breve conversación privada en el mismo aeropuerto. Desde allí, se trasladó al Palacio Presidencial, donde tuvo lugar la ceremonia de bienvenida y una reunión privada con el presidente de la República de Bulgaria, Rumen Radev.

Al término de la conversación, Francisco se dirigió a la plaza, donde le esperaban las autoridades, miembros de la sociedad civil y el cuerpo diplomático. A ellos se dirigió dando las gracias por la acogida, recordando a los papas Juan Pablo II, primer pontífice en visitar el país, y a Juan XXIII, quien fue visitador apostólico durante 10 años, antes de ser Papa. Pero, sobre todo, ha puesto sobre la mesa el problema migratorio.

Trabajar por los jóvenes

“Conozco el compromiso con el que, desde hace años, los gobernantes de este país se esfuerzan por crear las condiciones para que, sobre todo los jóvenes, no se vean obligados a emigrar. Quisiera animaros a seguir en este sentido, a realizar todo el esfuerzo posible para promover unas condiciones favorables con vistas a que los jóvenes puedan invertir sus nuevas energías y programar su futuro personal y familiar, encontrando en su patria las condiciones que les permitan llevar una vida digna”, ha indicado.

En esta coyuntura histórica, pasados 30 años del final del régimen, Bulgaria “debe afrontar las consecuencias de la emigración, que se ha producido en los últimos decenios, en la que más de dos millones de connacionales han salido buscando nuevas oportunidades de trabajo”. En ese mismo tiempo, “Bulgaria, como otros países del viejo continente, tiene que hacer frente a lo que se puede considerar un nuevo invierno demográfico, que ha caído como una cortina de hielo sobre buena parte de Europa, consecuencia de una disminución de la confianza en el futuro”, ha destacado.

En ese mismo sentido, ha señalado que “la caída de los nacimientos, sumándose al intenso flujo migratorio, ha supuesto la despoblación y el abandono de tantos pueblos y ciudades”. Además, “Bulgaria debe hacer frente al fenómeno de aquellos que buscan entrar dentro de sus fronteras, para huir de la guerra y los conflictos o la miseria, e intentan alcanzar de cualquier forma las zonas más ricas del continente europeo, para encontrar nuevas oportunidades de existencia o simplemente un refugio seguro”, ha recalcado.

Un país de encuentro

El Papa ha recordado a los búlgaros que su país “se ha distinguido siempre como un puente entre el este y el oeste, capaz de favorecer el encuentro entre culturas, etnias, civilizaciones y religiones diferentes, que, desde hace siglos, han convivido aquí en paz”. Y h añadido: “Ojalá que esta tierra, delimitada por el gran río Danubio y las orillas del mar Negro, fertilizada por el trabajo humilde de tantas generaciones y abierta al intercambio cultural y comercial, pueda ofrecer a sus hijos un futuro de esperanza.

En sus saludos a todos los cristianos, a los miembros de la comunidad hebrea y a los fieles del islam, ha reafirmado lo expresado en el Documento sobre la Fraternidad Humana, firmado el pasado 4 de febrero en Abu Dabi: “La fuerte convicción de que las verdaderas enseñanzas de las religiones invitan a permanecer anclados en los valores de la paz; a sostener los valores del conocimiento recíproco, de la fraternidad humana y de la convivencia común”.

Asimismo, ha pedido aprovechar “la hospitalidad que el pueblo búlgaro nos ofrece para que cada religión, llamada a promover la armonía y la concordia, ayude al crecimiento de una cultura y de un ambiente permeados por el pleno respeto por la persona humana y su dignidad, instaurando conexiones vitales entre civilizaciones, sensibilidades y tradiciones diferentes, y rechazando toda violencia y coerción”. Y es que , de este modo, “serán derrotados todos aquellos que buscan por todos los medios manipularla e instrumentalizarla”.

Por último, antes de poner rumbo al Palacio del Sínodo, Jorge Mario Bergoglio ha destacado que su visita pretende “unirse simbólicamente a la que realizó san Juan Pablo II en mayo de 2002 y se desarrolla en el grato recuerdo de la presencia en Sofía, por más de un decenio, del entonces delegado apostólico Angelo Giuseppe Roncalli”, ya que “san Juan XXIII trabajó infatigablemente para promover la colaboración fraterna entre todos los cristianos, y, gracias al Concilio Vaticano II, dio un gran impulso y fuerza al desarrollo de las relaciones ecuménicas”.

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