Ya en Marruecos, Francisco pide “oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes”

Francisco con Mohamed VI en Marruecos

Solo una hora después de llegar a Marruecos, Francisco pronunció el primer discurso de su viaje apostólico al país africano, el 28º de su pontificado. Lo ha hecho en su encuentro, en la explanada de la Mezquita de Hassan II, en Rabat, con representantes de las autoridades públicas, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.

Acompañado en todo momento por el rey Mohamed VI, éste le ha dirigido un cariñoso discurso en el que, en varios idiomas, ha defendido que el país magrebí es un hogar para todos sus habitantes, más allá de la fe que profesen. Como monarca, se ha presentado como aquel que siempre ha “garantizado el respeto de los derechos humanos” y ha “velado por la libertad religiosa”, destacando, además, la fuerte “aportación” de los cristianos en la historia marroquí.

“‘As-Salam Alaikum!’”, ha iniciado Bergoglio su alocución. “Me alegro de pisar el suelo de este país –ha saludado a los presentes–, rico en tantas bellezas naturales, custodio de vestigios de antiguas civilizaciones y testigo de una historia fascinante”.

Tras mostrarse agradecido con Mohamed VI “por su gentil invitación y por la calurosa acogida que me ha dispensado en nombre de todo el pueblo marroquí, y especialmente por las amables palabras que me ha dirigido”, ha contado que “esta visita es para mí motivo de gozo y gratitud porque me permite descubrir la riqueza de vuestra tierra, de vuestro pueblo y de vuestras tradiciones”.

Tras las huellas de Francisco de Asís

“Gratitud –ha asegurado– que se transforma en una importante oportunidad para promover el diálogo interreligioso y el conocimiento recíproco entre los fieles de nuestras dos religiones, al mismo tiempo que recordamos (800 años después) el histórico encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kamil”. El Para recordó que “aquel acontecimiento profético manifiesta que la valentía del encuentro y de la mano tendida son un camino de paz y de armonía para la humanidad, allí donde el extremismo y el odio son factores de división y destrucción”.

“Además –ha enfatizado–, deseo que la estima, el respeto y la colaboración entre nosotros contribuyan a profundizar nuestros lazos de amistad sincera, para que nuestras comunidades preparen un futuro mejor para las nuevas generaciones”.

Un puente entre África y Europa

Francisco ha definido Marruecos como un “puente natural entre África y Europa”. Y, fruto de esa especial condición, ha llamado a “unir nuestros esfuerzos para dar un nuevo impulso a la construcción de un mundo más solidario, más comprometido en el empeño honesto, valiente e indispensable por un diálogo que respete las riquezas y particularidades de cada pueblo y de cada persona”. Un “desafío” que, considera, “todos nosotros estamos llamados a afrontar, sobre todo en este tiempo en el que se corre el riesgo de hacer de las diferencias y el desconocimiento recíproco motivos de rivalidad y disgregación”.

Así, “para participar en la edificación de una sociedad abierta, plural y solidaria, es esencial desarrollar y asumir constantemente y sin flaquear la cultura del diálogo como el camino a seguir”, siendo claves “la colaboración” y “el conocimiento recíproco”. “Este es el camino –ha reivindicado– que estamos llamados a recorrer sin cansarnos nunca, para ayudarnos a superar juntos las tensiones y las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones”.

En este sentido, “es indispensable oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes, teniendo como referencias inestimables de nuestro actuar los valores que nos son comunes”.

La formación de los imanes

En este punto, Francisco se ha felicitado por el buen funcionamiento del Instituto Mohamed VI (que visitará a continuación), al que acuden muchos imanes y predicadores para recibir “una formación adecuada y sana contra todas las formas de extremismo, que llevan a menudo a la violencia y al terrorismo y que, en todo caso, constituyen una ofensa a la religión y a Dios mismo. De hecho, sabemos que los futuros líderes religiosos necesitan una preparación apropiada si queremos reavivar el verdadero sentido religioso en el corazón de las nuevas generaciones”.

A juicio del Papa, “un diálogo auténtico nos invita a no subestimar la importancia del factor religioso para construir puentes entre los hombres y para afrontar con éxito los desafíos mencionados anteriormente. Ciertamente, y en el respeto de nuestras diferencias, la fe en Dios nos lleva a reconocer la eminente dignidad de todo ser humano, como también sus derechos inalienables”.

Nosotros creemos que Dios ha creado los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad, y que los ha llamado a vivir como hermanos y a difundir los valores del bien, de la caridad y de la paz”, subrayó el Pontífice.

Más que libertad de culto

“Por esa razón –ha añadido–, la libertad de conciencia y la libertad religiosa (que no se limita solo a la libertad de culto, sino a permitir que cada uno viva según la propia convicción religiosa) están inseparablemente unidas a la dignidad humana. Con este espíritu, es necesario que pasemos siempre de la simple tolerancia al respeto y a la estima de los demás”.

Y es que “se trata de descubrir y aceptar al otro en la peculiaridad de su fe y enriquecerse mutuamente con la diferencia, en una relación marcada por la benevolencia y la búsqueda de lo que podemos hacer juntos. Así entendida, la construcción de puentes entre los hombres, desde el punto de vista interreligioso, pide ser vivida bajo el signo de la convivencia, de la amistad y, más aún, de la fraternidad”.

Medioambiente y migración

Cambiando de tema, el Pontífice ha recordado la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, la COP 22, que se celebró en Marruecos, apelando a “la toma de conciencia, por parte de muchas naciones, sobre la necesidad de proteger el planeta en el que Dios nos ha dado la vida y de contribuir a una verdadera ‘conversión ecológica’ para un desarrollo humano integral”.

Tras expresar su “agradecimiento” por “todos los avances realizados en este campo”, ha llamado a concretar “una verdadera solidaridad entre las naciones y los pueblos, con el fin de encontrar soluciones justas y duraderas a los flagelos que amenazan la casa común y la supervivencia misma de la familia humana”.

Como es habitual en él, y más en un marco como este, Bergoglio ha lamentado “la grave crisis migratoria que hoy estamos afrontando”, considerando que es “una llamada urgente para que todos busquemos los medios concretos para erradicar las causas que obligan a tantas personas a dejar su país, su familia y a encontrarse frecuentemente marginadas, rechazadas”.

Más que números

Aquí ha vuelto la vista a la Conferencia Intergubernamental sobre el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular que acogió Marruecos en diciembre y donde se aprobó “un documento que quiere ser un punto de referencia para toda la comunidad internacional”.

Con todo, ha valorado, “aún queda mucho por hacer, sobre todo porque es necesario pasar de los compromisos contraídos con ese documento, al menos a nivel moral, a acciones concretas y, en especial, a un cambio de disposición hacia los migrantes, que los afirme como personas, no como números, que reconozca sus derechos y su dignidad en los hechos y en las decisiones políticas”.

“Vosotros sabéis –ha explicado de un modo muy personal–cuánto me preocupa la suerte, a menudo terrible, de estas personas que, en gran parte, no dejarían sus países si no estuvieran obligadas a hacerlo”, reflexionó Jorge Mario Bergoglio.

“Espero que Marruecos, que con gran disponibilidad y exquisita hospitalidad acogió esa Conferencia, quiera continuar siendo, en la comunidad internacional, un ejemplo de humanidad para los migrantes y los refugiados, de manera que puedan ser, aquí, como en cualquier otro lugar, acogidos y protegidos con humanidad, se promueva su situación y sean integrados con dignidad”, deseó el Papa sobre uno de los puntos centrales de este viaje al territorio de frontera entre África y Europa.

Las barreras no son la solución

Sobre la migración en sí, ha especificado que “se trata de un fenómeno que nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia a cuantos aspiran a una legítima mejora para sí mismos y para sus familias. Sabemos también que la consolidación de una paz verdadera pasa a través de la búsqueda de la justicia social, indispensable para corregir los desequilibrios económicos y los desórdenes políticos que han sido siempre los principales factores de tensión y de amenaza para toda la humanidad”.

Las últimas palabras de este su primer discurso en Marruecos han ido dirigidas a la minoría cristiana en un país predominante islámico: “Los cristianos se alegran por el lugar que les han hecho en la sociedad marroquí. Ellos quieren contribuir en la edificación de una nación solidaria y próspera, teniendo como preocupación el bien común del pueblo”.

A renglón seguido, el Papa puso en valor “el compromiso de la Iglesia católica en Marruecos, en sus obras sociales y en el campo de la educación a través de sus escuelas abiertas a los estudiantes de cualquier confesión, religión y origen. Por eso, mientras doy gracias a Dios por el camino realizado, permitidme animar a los católicos y cristianos a ser aquí, en Marruecos, servidores, promotores y defensores de la fraternidad humana”. Y el Papa ha concluido con un enfático “’Shukran bi-saf!’”.

Agenda político-institucional

Tras este primer encuentro, el papa Francisco continuará con su agenda más institucional, y visitará el mausoleo de Mohammed V. Después, se reunirá, durante aproximadamente una hora, con Mohamed VI. A continuación, el Santo Padre y el monarca marroquí acudirán a visitar el Instituto que lleva el nombre del segundo.

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