María Rosaura González: “Debemos poner a las víctimas en el centro para ser conscientes de las consecuencias que genera un abuso”

  • La religiosa teresiana, responsable de la comisión de protección de menores de la CLAR, conversa con Vida Nueva acerca del seminario continental sobre cuidado y protección de menores celebrado en Bogotá
  • Con esta iniciativa, la vida religiosa latinoamericana enfila esfuerzos para luchar contra el encubrimiento de todo tipo de abusos, fomentando la cultura del cuidado

Con el objetivo de impulsar procesos de sensibilización y profundización por parte de las conferencias nacionales y las congregaciones religiosas, a fin de crear espacios sanos y seguros para los niños, niñas y adolescentes, la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR) celebró en la ciudad de Bogotá del 20 al 23 de noviembre el seminario continental sobre cuidado y protección de menores.

Para hacer un balance de esta jornada que marca un importante hito en el seno de la CLAR, Vida Nueva conversó con María Rosaura González, religiosa de la compañía de Santa Teresa de Jesús, responsable de la comisión de protección de menores de la CLAR (en la foto, la primera de izquierda a derecha), quien además trabaja en el centro de protección de menores de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.

Este espacio de “diálogo abierto y sincero” reunió a representantes de la vida consagrada de 20 países de América Latina y el Caribe que manifestaron sus preocupaciones y las dificultades que se experimentan en este servicio y, sobre todo, en atención al llamado del papa Francisco de sanar heridas y acompañar el dolor de las víctimas de abusos en el seno de la Iglesia.

“Las víctimas primero”

PREGUNTA.- ¿De qué forma se propone, desde la CLAR, crear espacios sanos y seguros para la protección de niños y niñas?

RESPUESTA.- Primero digamos que a un nivel de conciencia y opción de poner a las víctimas en el centro, las víctimas primero, y de conciencia de las consecuencias de un abuso. Muchas veces no somos conscientes de las consecuencias que genera un abuso sexual porque las víctimas no hablan y porque solamente en el acompañamiento se ven los procesos de duelo que hace la persona.

Un segundo punto es descubrir la vulnerabilidad de la cultura, tanto de la cultura en la que vive cada pueblo donde los niños son frágiles y, por supuesto, la cultura eclesial, tomando como referencia eso, la vulnerabilidad. Otro aspecto muy importante es identificar los síntomas de abuso, identificar esas banderas rojas –como nosotros llamamos– de un posible abusador.

Finalmente, considerar todo lo que nos puede decir el derecho canónico y crear en cada país las comisiones a nivel organizativo para difundir y propagar todo lo que sea necesario para crear en la misión apostólica de nuestras congregaciones espacios seguros, revisando códigos de conducta, protocolos que se tienen que hacer y adaptándonos a las necesidades de las diferentes misiones apostólicas, considerando a todos los que están implicados en la misión.

Cultura segura para los niños

P.- En el seminario que acaban de realizar abordaron unas líneas comunes de carácter inter-congregacional, ¿cuales fueron esas líneas?

R.- En el encuentro se fueron haciendo esas líneas comunes de trabajo y una de esas líneas –como decía– ha sido la prioridad a las víctimas y considerando la cultura. También se debe hacer mucho énfasis en la formación y, por supuesto, en los códigos de conducta y en los protocolos.

Queremos llegar a una cultura segura para los niños. Ir logrando entre todos esa cultura segura implica detectar los puntos débiles, especialmente de la cultura eclesial. Por eso también asumiremos plenamente el no encubrimiento.

P.- En cuanto acciones de prevención de abusos, ¿la CLAR está dispuesta a unirse con otras instancias eclesiales, incluso evangélicas, para promover la cultura del cuidado?

R.- Claro. Creemos que lo más importante son los niños, que no solo son el futuro sino el presente que nos pide cuidar de ellos para un futuro mejor y pensando en todo lo que están viviendo nuestros niños, pues qué tipo de personas vamos a tener si no los cuidamos, protegemos y damos estos espacios sanos de crecimiento.

La CLAR y la protección de menores

P.- ¿Desde cuándo la CLAR ha estado asumiendo el compromiso en materia de protección de menores?

R.- Todo esto es un legado que se ha ido haciendo a lo largo de la historia de la Iglesia. La Iglesia –digamos– se ha distinguido en la historia por ser un signo de protección y cuidado de los niños, pero, ¿qué ha pasado en estos últimos años? Quizá la demasiada institucionalización atentó contra este principio de la Iglesia, pues Jesús fue el primero que nos los dijo en la historia: “Eejad que los niños vengan a mí”.

En la CLAR, concretamente, el grupo de la comisión de protección de menores se institucionalizó formalmente en abril de 2018, aun cuando en diferentes espacios de la pastoral de infancia la vida consagrada venía tratando este asunto de la protección.

En lo que sí habíamos trabajado muchísimo es en infancias migrantes y tráfico de menores, ahí la CLAR se ha distinguido y tiene una red muy buena de trabajo para defender a los niños y a las mujeres.

‘Huellas de ternura’

P.- Actualmente el CELAM y otras organizaciones promueven la caminata ‘Huellas de ternura’, ¿cómo promover iniciativas conjuntas a favor del cuidado y la ternura?

R.- Los niños son como una plantica tierna, si no le das todo el cuidado, el amor y el cariño que requieren no puede crecer como necesita. Entonces en esa línea estamos vinculados, porque de hecho en el encuentro tuvimos a monseñor Luis Manuel Alí. Yo misma lo invité, él trabaja en la comisión de protección de menores de El Vaticano y pertenece al CELAM, y estamos conectados a los obispos y, por supuesto, trabajamos en equipo.

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