Francisco a la Vida Consagrada: “Sois el amanecer perenne de la Iglesia”

  • El Papa celebra una Misa en San Pedro en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada
  • “No vaya a suceder que miremos más la pantalla del teléfono que los ojos del hermano, o que nos fijemos más en nuestros programas que en el Señor”, les ha recordado

Hoy, 2 de febrero, coincidiendo con la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, se celebra la XXII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, y el papa Francisco la ha celebrado de la mejor forma posible: presidiendo una Misa en la Basílica de San Pedro. La fiesta de la Presentación, como ha dicho el Papa en su homilía, en oriente también se conoce como Fiesta del encuentro, entre el Niño Jesús, que trae un nuevo mensaje, y la humanidad, representada por los ancianos, que espera dicho mensaje.

“En el Templo sucede otro encuentro -ha comenzado Francisco- entre los jóvenes y los ancianos, entre José y María y Simeón y Ana”. Y esta reunión resulta fructífera para ambas generaciones, ya que los jóvenes encuentran “las raíces del pueblo, y esto es importante, porque la promesa de Dios no se realiza individualmente, sino juntos y a lo largo de la historia“. Además, María y José encuentran las “raíces de la fe”, porque, como ha explicado el Papa, “la fe no es una noción que se aprende en un libro, sino el arte de vivir con Dios, que se consigue por la experiencia” de los que ya lo han hecho o lo están haciendo.

Por otro lado, los ancianos del pasaje reciben a Jesús, quien completa sus vidas. Así, “los jóvenes descubren su misión y los ancianos realizan sus sueños. Y todo esto porque en el centro del encuentro está Jesús“.

“La Juventud de una institución está en sus raíces”

Tras esta introducción el Pontífice ha reflexionado acerca de la Vida Consagrada y ha establecido ciertos paralelismos con el Evangelio de hoy. En primer lugar, ha recordado cómo la Vida Consagrada empieza con una llamada y un encuentro con el Señor. Pero en dicho encuentro los consagrados no estaban solos, “estaba también el pueblo de Dios -la Iglesia-, jóvenes y ancianos, como en el Evangelio”.

Por ello, el Papa ha recalcado la importancia del encuentro intergeneracional: “Si los jóvenes están llamados a abrir nuevas puertas, los ancianos tienen las llaves. Y la juventud de una institución está en ir a sus raíces, escuchando a los ancianos“. De esta afirmación se puede colegir que “no hay futuro sin este encuentro entre ancianos y jóvenes; no hay crecimiento sin raíces y no hay florecimiento sin brotes nuevos “.

Francisco ha pedido a los consagrados que nunca se cierren al encuentro con el otro, a pesar de que cada día que pasa es más fácil encerrarse en uno mismo. Pero, en este sentido, los consagrados tienen una misión inamovible. “No vaya a suceder que miremos más la pantalla del teléfono que los ojos del hermano, o que nos fijemos más en nuestros programas que en el Señor. Porque cuando se ponen en el centro los proyectos, las técnicas y las estructuras, la Vida Consagrada (…) no florece porque olvida las raíces”, ha advertido.

La doble vía

Bergoglio ha explicado además que la Vida Consagrada se mueve por una doble vía, “por un lado, la iniciativa amorosa de Dios, de la que todo comienza y a la que siempre debemos regresar; por otro lado, nuestra respuesta, que es de amor verdadero cuando se da sin peros ni excusas, y cuando imita a Jesús: pobre, casto y obediente”. 

De este modo, el Papa ha recordado que mientras la vida mundana persigue el placer y los deseos de cada uno, la Vida Consagrada libera de estas banalidades para amar completamente a Dios y al prójimo, eligiendo la humildad como la libertad más grande. Y esto tiene una recompensa, ya que es un camino que llena de paz hasta el final, “como en el Evangelio, en el que los ancianos llegan felices al ocaso de la vida, con el Señor en sus manos y la alegría en el corazón”.

Vivir el encuentro con Jesús

“Cuánto bien nos hace tener al Señor en brazos, como Simeón”, ha exclamado Francisco. Con esto se ha referido a tener a Cristo siempre presente, en todo lo que hacemos “en la oración, en el trabajo, en la comida, al teléfono, en la escuela, con los pobres, en todas partes”. Y es que tener a Jesús siempre presente “es el antídoto que endereza tanto al devoto sentimental como al frenético ‘factótum'”.

Pero no queda ahí, el encuentro con el Señor también libera de la “parálisis de la normalidad” para abrirse a la “agitación de la gracia”. “Dejarse encontrar por Jesús, ayudar a encontrar a Jesús: este es el secreto para mantener viva la llama de la vida espiritual. Es la manera de escapar a una vida asfixiada, dominada por los lamentos, la amargura y las inevitables decepciones”, ha sentenciado.

Finalmente, el Sucesor de Pedro ha comparado a los consagrados con las mujeres que fueron a buscar a Jesús al sepulcro, por las dificultades que viven muchas veces: “Vais adelante, a pesar de la preocupación por las piedras pesadas que hay que remover”. Así, como conclusión de su homilía, les ha dejado una bonita frase: “Sois  el amanecer perenne de la Iglesia. Os deseo que reavivéis hoy mismo el encuentro con Jesús para que fortalezca vuestros pasos”.

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