Superiores mayores, pero jóvenes

  • La Iglesia celebra hoy, 2 de febrero, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada
  • Vida Nueva charla con dos superiores que representan una nueva generación en la vida religiosa en España
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Aurelio Cayón superior provincial de la Provincia Ibérica de los Sagrados Corazones y Lourdes Perramón superiora general de las oblatas

No son millennials. Pero sí jóvenes, aunque ellos quieren huir de este adjetivo que les acompaña. No todos los superiores mayores peinan canas –o sí–, pero no todos ellos rozan la edad media de los consagrados, que supera con creces los 70 años. Muchos institutos apuestan hoy por renovar sus estructuras con la creatividad de la juventud. En esa renovación, las hermanas oblatas del Santísimo Redentor eligieron en 2013 a Lourdes Perramón (Manresa, 1967) como superiora general.

La misma confianza depositó el pasado año la Provincia Ibérica de los Sagrados Corazones en Aurelio Cayón (Sarón de Cayón, Cantabria, 1970) nombrándolo superior provincial. Ambos reflexionan, en el marco de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada –que se celebra el 2 de febrero y que este año lleva por lema ‘Encuentro con el Amor de Dios’–, sobre el futuro de la Vida Religiosa y de sus institutos mientras toman un café en la casa de espiritualidad de las hermanas oblatas de Ciempozuelos (Madrid). Y coinciden en el análisis de la realidad. Aviso a navegantes: tranquilos, hay Vida Religiosa para rato.

Las hermanas oblatas rozaban las 800 religiosas hace 25 años, cuando Lourdes optó por esta forma de vida. Hoy, hay 423 religiosas en el mundo que son Buena Noticia para las mujeres que ejercen la prostitución o son víctimas de la trata. “En un cuarto de siglo nos hemos reducido casi a la mitad, y seguiremos descendiendo, porque hay un volumen muy grande de hermanas mayores y el número de hermanas jóvenes no va en aumento”, relata la superiora general.

Mirar con esperanza

Sin embargo, no vive este momento con desazón. Y es que la familia oblata está en auge. “Es una de las riquezas de este momento eclesial que estamos viviendo”, remarca poniendo el acento en la palabra riqueza. Porque no, la misión compartida, aunque en algunos momentos ha surgido de la necesidad, “hoy hay otra hondura en la vivencia y en el camino compartido, desde el saber que el carisma no es propiedad de nadie, sino que Dios lo regala a quien quiere y como quiere”. Y añade: “Descubrir el carisma de una vocación laical quizá no se había hecho con toda la hondura hasta este momento, pero existe en nuestra historia; de hecho, nuestra fundadora hablaba de bienhechores, como gente que ha descubierto lo mismo que nosotras pero no implicándose de la misma manera”.

La misma realidad en cuanto al invierno vocacional viven los sagrados corazones. En el último medio siglo han pasado de 2.000 hermanos a 700. “En 20 años podemos ser 400 en todo el mundo”, estima Aurelio Cayón. Pero “todavía sigue habiendo jóvenes que optan por la Vida Religiosa”, indica. De hecho, en su provincia hay actualmente dos prenovicios, dos novicios y cinco profesos temporales, dos de ellos del año pasado. Otras realidades provinciales, sobre todo lejos de Europa, son bien diferentes, puesto que allí las vocaciones van en aumento.

Pese a todo, y en lo que a la realidad española respecta, el provincial ve un futuro esperanzador “no tanto desde los números, que deben importarnos menos”, sino desde “la misión y la vocación, con la responsabilidad que tenemos con las nuevas vocaciones, que tengo claro que no deben ser personas que rellenen los huecos de los hermanos que van muriendo”. Asimismo, señala la misión compartida con los laicos y la intercongregacionalidad entre diversos carismas como dos elementos de los que “nos enriquecemos todos y enriquecemos también a la Iglesia y a la sociedad”. En definitiva, “nos encontramos ante un momento plagado de oportunidades”.

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