“Ser luz es nuestra vocación”, afirma la CLAR en el día de la Vida Consagrada

  • La presidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos invita a mantener encendida la luz, “no importa si tu llama es pequeñita, o si se asemeja a un fogón”
  • El mensaje de la CLAR acentúa ocho características de una vida consagrada animada por el Espíritu

Como una “fiesta de la luz” ha calificado la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR) el día de la Vida Consagrada, a través de un mensaje firmado por su presidenta, la Hna. Mercedes Casas Sánchez, y divulgado este 2 de febrero.

No esconder la luz

“Ser luz, es realmente nuestra vocación. Y la luz no se esconde debajo de la cama, porque tiene que alumbrar”, se lee en el comunicado, donde se afirma que “no importa si su llama es pequeñita, o si se asemeja a un fogón. Lo importante es que esté encendida para que pueda encender otras luces”, como sucede en las procesiones, donde una vela enciende otras.

Para ahondar en este llamado, el mensaje que la CLAR dirige a los religisos y las religiosas de América Latina y el Caribe se centra, en esta oportunidad, “en lo que significa confesar nuestra fe en el Espíritu Santo que nos anima”, completando, así, la perspectiva trinitaria iniciada hace dos años, en su reflexión con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que en 2016 versó sobre el Padre –“lleno de misericordia y compasión”– y en 2017 sobre la fe en Jesús –“el mayor tesoro”.

Una vida consagrada animada por el Espíritu

Ocho son las características que la CLAR propone a la vida consagrada latinoamericana animada por el Espíritu:

1. Dócil a sus invitaciones en la vida cotidiana, de los encuentros y de los acontecimientos, especialmente, aquellas que “cambian la vida, la postura, la mirada”.

2. Capacidad de silencio, de escucha atenta, en medio del ruido, de la abundancia de informaciones, de tanta tecnología y, en general, de todo aquello que invade lo sentidos, la mente y el mismo corazón de los religiosos y la religiosas. La virtud del silencio “propicia el encuentro, porque favorece la acogida, la calidez, el respeto”.

3. Cuidado de la vida, “porque el Espiritu necesita a la vida consagrada para que salga a su encuentro, a través de la atención concreta a realidades donde la vida está amenazada, donde se necesita prevenir, acompañar, sanar”.

4. Incidencia política, para aportar al bien común, a la formación en la ciudadanía y favorecer las prácticas democráticas. El Espíritu Santo, dice la CLAR, “es el que genera procesos de encarnación, de solidaridad, de compromiso con los demás”.

5. Migrante “porque comparte el viaje de quienes buscan la tierra prometida, un futuro mejor, la paz personal o familiar”, con las incertidumbres que ello conlleva. Cada vez que la vida consagrada “acompaña en el camino con un poco de pan, de ropa, de acogida, confiesa que la Ruáh Divina es consuelo, refrigerio, descanso, y ánimo para seguir adelante”, manifiesta la CLAR.

6. Libera de las esclavitudes de la trata, del alcohol, de las drogas y de la situación que padecen los niños en riesgo de calle, pues “donde está el Espíritu está la libertad”.

7. Llena de alegría por su pertenencia a Dios, por su vocación, por la posibilidad de compartir la vida en comunidad con hermanos y hermanas. La vida consagrada “tiene razones de sobra para no entristecerse, ni deprimirse”, porque es “una vida anclada en el corazón del mismo Dios”.

8. Espiritualidad profunda para alimentar la experiencia de Dios. La vida religiosa latinoamericana apuesta por “una espiritualidad que le da peso a su vida, que le da espíritu, energía, impulso, ruah…”.

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