“Es perverso tomar el nombre de Dios para herir y no para curar”

  • El obispo de Guadix-Baza celebra un funeral por dos víctimas de los atentados de Cataluña, originarias de la diócesis
  • “¿Qué estamos sembrando en el corazón de nuestros jóvenes?”, se preguntó en la homilía Ginés García Beltrán

 

El pueblo de granadino de Lanteira, perteneciente a la diócesis de Guadix-Baza, celebró en la tarde del sábado 26 de agosto un funeral por su paisano Francisco López y su sobrino Javier, fallecidos en los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils del pasado jueves 17 de agosto, y en los que murieron 15 personas y más de un centenar resultaron heridas, algunas de ellas todavía en estado crítico.

Presidido por el obispo Ginés García Beltrán, y concelebrado por el párroco de la localidad, Joaquín Caler, como señalan en una nota de prensa difundida por la diócesis, “también fue un funeral por todas las víctimas de los dos atentados ocurridos en Cataluña, así como una oración por los heridos, por la paz y el fin del terrorismo”.

A la celebración asistieron representantes institucionales, entre los que estaban el alcalde y la corporación municipal de Lanteira, así como vecinos y amigos de los fallecidos, del pueblo, pero también llegados de otras localidades, y en donde, en un ambiente muy emotivo, se habló del terrorismo y del mal que provoca, pero, también, de esperanza, de paz y de vida. 

“Aberrante irracionalidad”

Durante su homilía, el obispo recordó la crueldad de los atentados ocurridos en Cataluña. “Todavía nos embarga la emoción”, dijo el prelado, recordando la muerte de Francisco y de su sobrino Javier, de tan solo tres años de edad. “La violencia, el terrorismo, es la aberrante irracionalidad de aquellos que, porque no conocen el don del encuentro y del diálogo, y se niegan a mirar al otro, recurren a la destrucción y a la muerte indiscriminada de los inocentes”, señaló García Beltrán.

“Ante estos acontecimientos -señaló el obispo en su homilía- es fácil dejarse llevar por la indignación e, incluso, por el rencor. No es el camino. Nosotros, los creyentes, nos volvemos a Dios buscando consuelo y esperanza”. Además, comentó que “nadie puede decir que ama a Dios si, en su nombre, utiliza la violencia contra el otro. La mayor perversión de la imagen de Dios es su utilización para el mal y para la muerte. Es perverso tomar el nombre de Dios para herir y no para curar”.

Frente al mal, el secreto, dijo, está en el amor, tal y como nos enseñó Jesús, “que fue manso y humilde de corazón y nos ofrece el camino del amor para no responder nunca al mal con mal, sino con bien, con perdón, con amor… el secreto está en el amor. Quien ama no agrede, no hace violencia ni mata”.

Trabajar por una sociedad justa e igualitaria

El obispo recordó también las  palabras del cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, cuando dijo en el funeral por la paz celebrado el pasado 20 de agosto en la basílica de la Sagrada Familia, que “la unión nos hace fuertes, la desunión nos corroe y nos destruye”. En este sentido, GarcíaBeltrán apuntó que “hemos de trabajar unidos por una sociedad justa e igualitaria, que vive en paz, en la que el otro no es mi adversario ni mi enemigo, sino el que camina conmigo”.

En su homilía también se preguntó el prelado: “¿Qué estamos sembrando en el corazón de los jóvenes?… Lo que sembremos en el corazón de los jóvenes será lo que germine mañana… Si sembramos violencia, división… mañana tendremos una sociedad dividida. Si no transmitimos una imagen del hombre con transcendencia, con horizonte amplio, tendremos siempre una sociedad cerrada y seguiremos llorando por estos acontecimientos”. Y terminó la homilía invitando a la esperanza, a no dejarnos llevar por la desilusión y a trabajar por un mundo mejor.

Un pueblo que honra a sus vecinos

Con este funeral, como señalan desde la oficina de prensa de la diócesis de Guadix-Baza, los vecinos de Lanteira han querido honrar y recordar la persona de su paisano Francisco, así como al de su sobrino Javi y la de todas las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils.

Francisco López nació en Lanteira hace 56 años. Cuando era un niño, sus padres emigraron a Barcelona y él con ellos. Allí ha vivido desde entonces, en la ciudad de Rubí. A pesar de la distancia y del tiempo, Francisco nunca se desvinculó de su pueblo, al que volvió en numerosas ocasiones, sobre todo por vacaciones. En el momento del atentado iba acompañado de su mujer –que resultó herida–, de su sobrina y del hijo de esta, Javi, que falleció. Sus cuerpos ya han recibido sepultura en Rubí, donde también se ha celebrado un funeral.

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