Tribuna

Vamos al Shopping

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Los shopping son esos grandes centros comerciales cuya existencia le dan mayor o menor categoría a las ciudades y barrios. Marcan preferencias, poder adquisitivo y tendencias. En ellos se puede pasar todo el día la familia entera, abundan los entretenimientos, paseos, ofrecimientos de productos y el tiempo pasa sin que se note. También son lugares de encuentro. Salir de allí con bolsas llenas es signo de trofeo, de estar en un podio de status social.



Los shopping satisfacen necesidades, nos quitan los deseos de comer con las más diversas ofertas, nos impulsan a caminar, a elegir, a buscar. Allí están las novedades, en medio de las ciudades y al alcance de la mano. La frase ‘¡Vamos al Shopping!’ augura un buen programa.

Hace unos días visité el depósito de basura urbana de una ciudad de varios miles de habitantes. Digamos que fui a un basural a cielo abierto.

Con cierta frecuencia llegan los camiones que recogen nuestros desechos y después de  transitar un callejón entre basura depositada desde hace años, la vuelcan en el suelo. Sobrevuelan las aves carroñeras y hay muchas moscas. En esas montañas de unos dos metros de alto se ven personas, gente con un morral o con bolsas que recogen basura que para muchos ya no sirven pero para ellos tienen mucho valor.

El paseo de las familias

Cuando llegan los camiones más grandes los recolectores (que también les llamamos cirujas u otros nombres despectivos) se dirigen con rapidez a ver lo que han traído. Dicen: ‘¡Vamos al Shopping!’.

Le llaman Shopping porque allí encuentran comida para ellos o sus hijos, alguna ropa para vestirse y restos de cartones, papeles, metales, algún electrodoméstico, juguetes que pueden vender; todo tipo de novedades y es un buen momento porque hay mejores cosas que las de las montañas cercanas. Allí pueden pasar todo el día y satisfacen necesidades, se encuentran, buscan, eligen y cuando llenan su bolsa, su morral, se la llevan como trofeo. 5 kilos de cartón limpio lo pagan un dólar, un poco menos el papel, un poquito más el aluminio.

Allí van familias enteras, que pasan horas con frío, con calor, con lluvia. Muchas mujeres sin considerar su embarazo o menstruación.  Para llegar al basural no hay transporte, caminan, usan una precaria moto, les piden a los mismos camiones que los lleven o traigan.

Son dos shopping, el comercial y el basural con iguales características. Sólo que los desechos de los comerciales van al depósito de residuos adonde concurren también los dolorosos márgenes de nuestra sociedad. La gente que no vemos o no queremos ver. Esos que no eligieron estar allí, como yo tampoco pude elegir estar aquí.

Saludé a cada uno, les di una palmada y se retraían. No por tímidos o por mal educados, sino porque no están acostumbrados a ser tratados bien, a ser considerados.

Me volví pensando que este es el verdadero centro comercial en donde se muestra lo que somos como sociedad, el lugar en donde depositamos lo que no necesitamos sin discriminar entre humanos y no humanos. Otro capítulo es el cuidado del medio ambiente.

Mientras tanto seguimos yendo al shopping, no sea que la conciencia nos haga sentir culpa.