Tribuna

República Centroafricana: una nueva Constitución, ¿para qué?

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Desde hace meses, los medios de República Centroafricana hablan de la necesidad de cambiar una parte de la Constitución o de reescribirla desde cero. El mismo presidente, Faustin Archange Touadéra, nos habló de ello, casi de puntillas, cuando nos recibió a los nueve obispos que componemos la Conferencia Episcopal a principios de enero. Este encuentro lo hacemos todos los años. No sé si otras conferencias episcopales tienen la suerte que tenemos nosotros, porque, aparte de desearle un feliz año y entregarle en primicia nuestro mensaje a todos los “hombres y mujeres de buena voluntad”, el presidente nos escucha sin límite de tiempo. Y es que, como nos dice, nos considera a los obispos testigos veraces de lo que realmente pasa hasta en los últimos rincones del país…



Ahora, ya en serio, el presidente ha creado una comisión de más de 60 personas para que revisen la Constitución o incluso la redacten de nuevo. El fin último, creo yo, es el de enmascarar el deseo del presidente de eternizarse en el poder. La Iglesia católica ha sido invitada a formar parte de esta comisión aportando dos personas. Los obispos nos hemos concertado, ha habido multitud de mensajes de ida y vuelta y nos hemos puesto de acuerdo en un texto en el que decimos que “declinamos” la posibilidad de formar parte de esta comisión.

Decisión del pueblo

Casi el mismo día, las comunidades evangélicas publicaron su propio comunicado, diciendo justamente lo contrario. En el nuestro sostenemos que esta cuestión es tan importante de debería ser sometida a un referéndum. Y que sea el pueblo el que diga si la quiere o no.

Comentando esta propuesta con mis sacerdotes de la Diócesis de Bangassou, hemos coincidido casi todos en que, saliendo como estamos de una guerra civil de alta o baja intensidad según los momentos, pero que empezó hace una década, el país está necesitado de otras muchas decisiones mucho más urgentes que la revisión de la Constitución. Porque, económicamente, estamos en estado de caos técnico. Sin carreteras, hay muy poco comercio. Sin comercio, los precios han subido de manera irreversible. Un litro de gasoil se compra en Bangassou a tres euros y, a nivel estatal, nada funciona, ni escuelas, ni hospitales, ni funcionariado.

República Centroafricana mujeres protegidas por cascos azules

Pobreza total

Centroáfrica se hunde en la pobreza total. Si no fuera por las ONG’s que han llegado masivamente y por las lluvias abundantes que han caído en esta estación, estaríamos mucho peor. El Gobierno tiene miles de cosas en que ocuparse para salvaguardar la paz y el pan. Todas antes que ponerse a revisar la Constitución.

Y la violencia, no la olvidemos… Dos señores de la guerra siguen abusando de nuestra gente a sus anchas en la zona este del país, justamente, en la Diócesis de Bangassou y en la de Bouar. Estos mercenarios son originarios del Níger, armados por lobbies musulmanes; es decir, ni siquiera son centroafricanos.

Influencia rusa

Otro punto a tener en cuenta, este muy delicado, es la presencia de los mercenarios rusos de la Wagner que, desde hace ya cinco años, con gran disgusto de Francia y la Unión Europea y de las fuerzas armadas de la ONU, la Minusca, se han convertido en colaboradores insustituibles del presidente Toadera. Francia hace campaña, entre ‘fake news’ y hechos reales, para denigrar a los mercenarios rusos por activa y por pasiva. La Minusca (sin olvidar los muchos pequeños logros que han tenido en el país, pero no tienen simpatías en la población) se pone de perfil. Pero la gente aplaude a los Wagner (los mismos que perpetran crímenes de guerra en Ucrania) porque, gracias a ellos, de 14 señores de la guerra que nos pisoteaban hace cinco años, ahora solamente quedan los dos que comenté antes.

El tema es que los rusos necesitan un presidente que dure muchos años y que esté fuera de los avatares democráticos de las elecciones. Todo para que su presencia (y sus pingües inversiones) en Centroáfrica (que al mismo tiempo es un trampolín para otros países) esté fuera de todo riesgo de desestabilización. Nada mejor que una dictadura para que la presencia del Gran Oso sea duradera y segura. Por eso, creo, el presidente Toadera quiere cambiar la Constitución.