Tribuna

Charles de Foucauld: pequeño hermano universal

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Hacia la canonización de Charles de Foucauld

En estos días el papa Francisco ha anunciado la próxima canonización del místico francés, el Pequeño Hermano Charles de Foucauld.



La figura de Charles de Foucauld es para el papa Francisco extremadamente atractiva. En la carta encíclica ‘Fratelli Tutti’ el pontífice argentino cita al futuro santo francés como verdadero ejemplo de la fraternidad universal: “Él fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano.”  “En este contexto – continúa el Papa –  expresaba sus deseos de sentir a cualquier ser humano como un hermano, e imploraba a un amigo: “Ruegue a Dios para que yo sea realmente el hermano de todos”. Y agrega “pero solo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros. Amén”.

Así termina la carta encíclica: El sueño de esta fraternidad universal sintetizado en la figura del místico francés del desierto. La identificación con los últimos –afirma el Papa Francisco– lo hace hermano universal. Solo a partir de una fraternidad profunda con los más pobres, con “los crucificados de la vida” se puede construir una fraternidad verdadera. Los hermanos más pobres, son los pequeños que Jesús ha elegido, son los tuareg del desierto de Argelia con los cuales Charles de Foucauld decidió compartir la vida. Y aquí hay un signo más, de manera fuerte, que el Papa Francisco quiere dar a la Iglesia y a todo el mundo: la importancia del diálogo y de la fraternidad con el Islam y diría también con todas las religiones. Otra instancia relevante de este camino ha sido su viaje a Irak y la imagen de la oración interreligiosa en Ur de los Caldeos y el fecundo encuentro con el líder chiita Al Sistani.

Carlos de Foucauld

La herencia de Foucauld

Sabemos cómo la herencia de Charles de Foucauld ha sido fecunda por el nacimiento de familias religiosas que se han inspirado en su ejemplo de vida y de fe; los pequeños hermanos de Jesús y las Pequeñas Hermanas de Jesús. Compartir la vida con los más pobres entre los pobres y construir fraternidad y cercanía con los fieles del Islam. La herencia espiritual de este místico francés es enorme. El principio de todas sus acciones es solamente uno: la imitación de Jesús pobre. El deseo que cultiva en sus últimos años en el desierto es “llevar a Jesús en silencio a aquellos que no lo conocen”. El aprenderá la lengua de los Tuareg, traducirá en Tuareg el santo Evangelio, cumplirá aquello de “ser verdaderamente un Tuareg en medio de los Tuareg”.

Entre las tantas meditaciones que el hermano Carlos nos deja, quiero rescatar una que clarifica su completa entrega a Jesús y a la cruz, como signo supremo del amor: “Ser el amigo de todos, buenos y malos, ser el hermano universal”. Y afirma: “Ustedes quieren saber qué puedo hacer por los indígenas. No se trata de hablarles de Nuestro Señor, cosa que los haría huir. Es necesario inspirar en ellos confianza, hacerlos amigos, hacer con ellos pequeños trabajos, darles buenos consejos, entablar amistad, exhortarlos con discreción a seguir la religión natural, testimoniarles que los cristianos los quieren”.

El sueño del hermano Carlos, que es el sueño de Jesús, continúa en el historia y, tal como nos recuerda el papa Francisco en la ‘Fratelli Tutti’, cada uno de nosotros está llamado a  sostenerlo y vivirlo.