Tribuna

Los retos y desafíos de los católicos en Cuba (II)

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Téngase en cuenta que la ruptura del paradigma tradicional de forma abrupta, implicaba que los conceptos biunívocos tenidos hasta el momento, tales como el de patriotismo como expresión de amor desinteresado a la nación cubana, y de su rica herencia histórico cultural, se transformaron en conceptos unívocos en el que la virtud de la caridad es entendida, a partir de entonces, como solidaridad.



La ciencia como ateísmo estructural en la conformación del hombre naciente, el cual devenía necesariamente en: ciudadano revolucionario, ateo, científico y socialista. No existía, por tanto, lugar para el cristianismo, ya que este se consideraba superado y solo de consumo particular o privado.

En algunos ámbitos socio-políticos se ha considerado que la religión, que negaron los líderes históricos del proletariado como Marx y Lenin, se habían referido a la forma en que fue presentada esta en aquel entonces; quiero expresar con esta aseveración, que lo que verdaderamente negaron fue una caricatura de la religión presentada por algunos de los cristianos, la cual había sido concebida para los pobres y los desposeídos, tal cual lo presentó en sus orígenes el mensaje evangélico y, por ende, esta contradicción no existía ya en el momento presente.

La forma de evolucionar de aquella religión, presentada como anticientífica, devino en un concepto político de la religión, porque debería hacerse hincapié en el proceso liberador de ese hombre nuevo, el cual se interpretó muy sugerentemente por la Teología de la Liberación.

Surge de esta forma una nueva época, donde los paradigmas socio-morales, se mezclaban con los socio-políticos y el hombre nuevo, como hombre emancipado, daba lugar a una época posmoderna sustentada por un “pensamiento débil” que, a mi juicio, no es capaz aún hoy día, de reformular una moralidad centrada en una concepción real del hombre, abierto a la trascendencia.

La presencia de Jesucristo en Cuba

Pero deseo expresar también que, en el año 1986, teniendo ante si esta realidad duramente narrada y vivida por la Iglesia católica en Cuba, la misma decidió realizar una mirada hacia su misión y presencia en el país, un grupo de delegados convocados por los obispos cubanos, y con la presencia de religiosos, junto a una considerable cantidad de laicos decidimos, meditar sobre cómo hacer más eficaz la presencia de Jesucristo en Cuba y además con la ilusión de servir mejor a nuestro pueblo.

Sobre el Encuentro Nacional Eclesial Cubano muchos han dicho que fue el “más eclesial y a la vez el menos clerical de la historia cubana”. La asamblea estaba compuesta por 115 hombres y 66 mujeres.

El promedio de edad era de 41 años por lo que la asamblea fue increíblemente joven. Quiso además poseer dos premisas, que al decir de Mons. Adolfo Rodríguez (†), Arzobispo de Camagüey, en ese momento presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Cubanos, recalcó de forma irrevocable: “Fidelidad a Cristo y fidelidad a Cuba”.

Primer reto: La coherencia

Es, a partir de este punto, cuando se insistió intentar rescatar la dimensión humana y comunitaria de la persona; de manera que esta fuera “capaz de acompañar procesos de formación que lleven a asumir integralmente la propia historia y a sanarla, en orden a vivir como ciudadanos en un mundo plural, con equilibrio, serenidad, fortaleza y libertad interior”.

De lo que se trata es de “desarrollar personalidades que maduren en el contacto con la realidad y abiertas al Misterio”. Se trata además de realizar una reflexión seria, dispuesta mediante la inteligencia y la razón a la Verdad, y que además nos permita crear un juicio crítico, que posibilite un diálogo cualificado entre la realidad y la cultura.

Por las razones expuestas es que posteriormente Aparecida ha propuesto, con total vigencia en la actualidad, la necesidad de “colmar la notable ausencia, en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas” porque “si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en un sujeto político no haría más por los pobres y por la justicia…..perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables”.

Segundo reto: Presencia

Ciertamente los cambios socioculturales descritos al inicio del siglo pasado modificaron los roles tradicionales haciendo que los hombres y mujeres “participaran de la lógica de la vida como espectáculo, considerando el cuerpo como punto de referencia de su realidad presente”. Podríamos expresar que se trata de un fenómeno de somatización cultural del contexto.

Pienso que ante todo necesitamos de forma urgente, encontrar, cultivar y aplicar “todos estos significados de la realidad en una comprensión unitaria que nos permita ejercer la libertad con discernimiento y responsabilidad”.

Deseamos, por tanto, fundamentar nuestra forma de vida en una Verdad, que ilumine la realidad de tal modo, que nos proporcione la posibilidad de encontrar y  desenvolvernos en ella, por dura que parezca,  “con libertad y alegría, con gozo y esperanza”, ya que cuando los destinatarios de esta cultura buscan su sentido fuera de los principios que esta misma ética puede iluminar, se produce entonces un cambio radical del “sentido de la vida” y el fracaso antropológico del proyecto, que por vocación nos encontramos llamados a realizar.


Escrito por el Dr. René Zamora Marín. Director del Instituto de Bioética Juan Pablo II, Miembro Ordinario de la Academia Pontificia por la Vida de la Santa Sede y Miembro del Consejo Académico de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos