Conozco, un poco, al cardenal Prevost. Coincidimos en la Asamblea sinodal en el mismo grupo de trabajo un par de veces. A León XIV no lo conozco. Me basta que ha sido elegido papa.
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El nombre que ha elegido choca un poco ahora, pero es algo que pasa siempre. Hay que reconocer que tiene una resonancia muy fuerte a esa Doctrina Social que tanta falta nos hace recuperar. Y, aunque alguien pueda decir que me alejo de la lectura que debería ser más propia ahora, un papa nacido en Estados Unidos en este momento no es una casualidad, ni un simple dato biográfico.
Estados Unidos se ha convertido en un peligro político y social, pero no olvidemos que también religioso con presidente y, sobre todo, un vicepresidente que hace una interpretación torticera del cristianismo y que presume de haber llegado a ese cristianismo a través de San Agustín (aunque habrá que ver qué entendió del santo). Pues ahora tiene, si quiere, a un hijo de San Agustín con el que hablar de tú a tú. Tan norteamericano como él, aunque con un cristianismo más depurado y profundo afortunadamente.

Robert Francis Prevost, ahora papa León XIV
Hablar con todos
“Una paz desarmada y desarmante”, ha dicho en su alocución, casi al principio. En este momento que atravesamos, se agradece no escuchar algo como “luchar por la paz”. El lenguaje es importante. Seguir entendiendo lo que dice un papa, mucho más.
Ni joven ni mayor. En una edad en la que, en principio, tiene unos años por delante para trabajar con horizonte. Su bajo perfil mediático puede serle muy útil para hacer lo que tenga que hacer, porque fácil no lo va a tener. Por lo que le escuché hablar en la Asamblea sinodal, creo que sabe que puede contar con todos para ayudarle y apoyarle en su misión.
Te deseo todo lo mejor Robert Francis Prevost. Porque serás León XIV, sacando lo que Robert Francis Prevost ha sido y sentido. ¡Bienvenido León XIV!