Tribuna

Haciendo eco… con los servidores

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Apreciados porteros:

Apenas llegamos al lugar de la fiesta, nos encontramos con ustedes a veces están con uniforme, con vestimenta de gala o cotidiana. Pero eso, salvo para ciertas formalidades, no es lo importante. Lo verdaderamente fundamental es cómo nos reciben, cómo nos dan algunas indicaciones para continuar nuestro caminar, mencionándonos si tenemos un lugar asignado, dónde están los espacios comunes que se establecieron para el agasajo.



Ustedes son tan valiosos y significativos, que con un simple gesto son quienes ayudan a todos en el clima y la familiaridad. Son quienes hacen eco, desde la amabilidad y sonrisas, de la hospitalidad y cordialidad, motivando “a nuestras comunidades para que renueven su capacidad de acogida, y revistan de calidez humana y de atención cordial” (CEA – LPNE, 1990) (#49).

Distinguidos meseros:

Ojalá un día sean reconocidos. A veces me da la sensación que no dimensionamos la importancia de su ministerio. En cada acontecimiento ustedes revelan y manifiestan lo importante que es participar de la festividad. Son quienes ponen el acento en que los comensales estén bien, alegres, cómodos, no les falte bebida, ponen el corazón para que los mínimos detalles favorezcan la comensalidad y la cordialidad en torno a la mesa.

Gracias, porque con su ministerio revivimos que todos en la iglesia estamos al servicio de las personas, no de objetos, porque somos “meseros” en favor de la humanidad (Concilio Vaticano II – LG, 1964); (Perea, Joaquín; González Faus, José; Torres Queiruga, Andrés & Vitoria, Javier, 2012).

Gracias porque ustedes, nos hacen vivir que no están al servicio del edificio, sino en beneficio de las personas, porque ellas son obra de amor de la Trinidad, son parte de nuestra identidad eclesial, al ser personas… son iglesia.

Viéndolos y contemplando su ministerio, vienen a nuestra memoria las palabras de quien fuera obispo de Roma desde 1963 hasta 1978 cuando afirmó:

toda esta riqueza doctrinal está dirigida en una sola dirección: servir al hombre. El hombre, digamos, en todas sus condiciones, en todas sus enfermedades, en todas sus necesidades. La Iglesia casi se ha declarado servidora de la humanidad (Pablo VI – Alocución última sesión del Concilio Vaticano II, 1965)

Valiosos musiqueros:

¡Qué significativo ministerio! En algunos eventos están en un lugar asignado con sus instrumentos haciendo más amena la recepción. En otros momentos, hay una persona que con sus consolas va marcando los tiempos de la fiesta al atenuar o magnificar los sonidos llevan a los participantes a musitar, danzar, entonar, levantar los brazos con alguna melodía, hacen que varias personas que bailan se aglutinen haciendo como que tienen un micrófono y cantan a viva voz. Si, ustedes nos hacen emocionar cuando entre baile y baile, comparten una canción significativa o cuando los anfitriones quieren decir algunas palabras y acompañados con ese sonido suave y vibrante todo el espacio se torna encuentro.

Gracias, musiqueros, DJ, etc., porque nos hacen recordar que los ministerios en la iglesia no están para auto gloriarse, sino para que los que han sido convocados vivan y escuchen “las maravillas de Dios” en sus vidas (Hchs. 2, 11).

Consagrados limpiadores:

¡Qué ministerio tan noble! Cada uno de ustedes embellecen todo… prepararon los detalles, durante la festividad levantan o retiran los utensilios que no se usan, las servilletas que se mancharon, acercan nuevos elementos para continuar con la degustación que los anfitriones prepararon… También están quienes limpian los sanitarios para mantenerlos higienizados y con las condiciones mínimas, revisan si están los elementos necesarios (jabones, papeles, etc.).

Muchos se encuentran y ven las fragilidades de los comensales… y siendo desconocidos para ustedes, los ayudan o buscan la manera humanamente posible para que sean asistidos. Quizás, hayan recibido alguna respuesta indebida a la colaboración que realizaron… Y, sin embargo, se muestran disponibles y atentos, acercan a esas personas algún vaso con agua, una servilleta o pañuelo descartable.

Con estos gestos, nos revelan que los ministerios en la Iglesia, no están para “enjuiciar” sino para servir a las personas, aunque no comprendamos por qué la Trinidad los ha hecho parte.

Bienaventurados ministros:

Cada uno de ustedes y de todos los que están haciendo de la fiesta un momento maravilloso, nos revelan que los ministerios (servicios) están ordenados (en función) a los comensales. Cada ministerio es un don que los anfitriones (la Trinidad) pensaron para brindarle a los homenajeados (comensales) todo lo mejor para estar en torno a la mesa y disfrutar del don ofrecido.

La Trinidad, suscita ministerios al servicio de la humanidad. Las comunidades, disciernen, eligen, buscan y establecen la manera “humanamente posible” para que sean adecuados al servicio de las personas. En la fiesta, los ministerios tienen su identidad para los invitados…. ¡paradojas de la Buena Noticia! Los ministerios están en orden a las personas, no de objetos ni de lugares.

Servidores

Servidores de la fiesta:

Gracias porque nos recuerdan que somos:

  • Comunidad convocada, agasajada y servidora.
  • Una asamblea universal (católica) porque dialogamos y servimos con todos los hombres.
  • Solidarios, porque todos los anhelos y deseos, proyectos y sueños de la humanidad no son ajenos a nuestra vida y vocación (Concilio Vaticano II – GS , 1965).
  • Una expresión humana de fe, porque todas las dimensiones de la vida tienen resonancia en nuestro corazón.
  • Servidores, porque nuestro camino es el ser humano.
  • Promotores de humanidad y de justicia, porque queremos que todos las personas sean libres, felices y vivan justamente, realizando la voluntad de Dios que es la salvación (Concilio Vaticano II – DV, 1965)(# 2).
  • Fraternos, porque todos somos hermanos, porque no hay distinciones de dignidad sino de funciones, pero nunca estas últimas son superiores que las primeras.
  • Cálidos, porque acogemos, como lo hace el Padre, a todas las personas.

Servidores de los comensales

La mesa es ese espacio y lugar de fraternidad, reconocimiento, gratuidad, integración, intimidad, confianza, celebración, etc., donde la vida se hace comunión al alcance de la mano. Quizás por este motivo, Jesús, el Viviente, quiso celebrar ardientemente su vida en torno a la mesa (Curia, Christian, 2006).

Las comunidades de fe que viven esta dimensión de Dios son festivas y, por lo tanto, amplias y diversas para que todos, absolutamente todos, participen de la mesa común y de la fiesta que alimenta. Ser iglesias impregnadas de misericordia vivirán que todos se sienten a la mesa para comer y beber, porque en la Eucaristía el amor de Dios se ofrece, se brinda, se entrega.

Estos servidores de comunidades carismáticas manifestarán que son guiadas por el Espíritu para encontrar nuevos estilos de ministerios y ordenarlos a la humanidad para: “soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía” (Is. 58, 6 – 11)

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Trabajos citados

CEA – Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización (1990).
Concilio Vaticano II – ‘Dei verbum’ (1965).
Concilio Vaticano II – ‘Gaudium et spes’ (1965).
Concilio Vaticano II – ‘Lumen gentium’ (21 de Noviembre de 1964).
Curia, Christian. (2006). ‘En torno a la mesa’. CABA: Claretiana.
Pablo VI – Alocución última sesión del Concilio Vaticano II. (08 de Diciembre de 1965).
Perea, Joaquín; González Faus, José; Torres Queiruga, Andrés & Vitoria, Javier. (2012). ‘Clamor contra el gueto. Textos sobre la crisis en la iglesia’. Madrid: Trotta.