Tribuna

Está y… c’est l’esprit ouvert

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Y hay miradas que, perdidas entre miles de miradas, andan solas por la vida en busca de otras miradas. Y hay miradas que cautivan por lo bellas y profundas como tu mirada azul que me atrapa día a día” (Axel – Miradas, 2006)



Mirar es algo muy complejo porque no hay una única manera de hacerlo. Y esta acción dependerá de la característica que tenga el órgano de la visión: algunos pueden ver el calor, otros colores y figuras, varios si hay movimiento, a veces va disminuyendo por alguna patología, por la edad, etc. A su vez, en numerosas oportunidades, está relacionado con lo que se quiere prestar atención o importancia. En algún momento histórico lo que no se quería ver se lo alejaba de la convivencia, o se lo ponía en un lugar a parte. Quizás en la actualidad los algoritmos tienen esa forma de actuar: ofrecen al navegante lo que él busca o quiere ver… lo demás está lejos de su vista.

Los impedimentos visuales no solo son físicos, sino muchas veces, de perspectiva: hay miradas que no ven.

En este XXIII domingo de la vida pública, se relatan escenas vinculadas con la mirada. Pareciera que la liturgia se centra en la mirada de Dios y en cómo realiza acciones para superar las limitaciones visuales o criterios sociales. Por tal motivo, consideramos que la Trinidad es ‘coeur ouvert’ (corazón abierto, en francés) o más popularmente podría ser ‘open mind’ (inglés). Es decir, es mente abierta… Nos inclinamos por la primera concepción: porque el corazón es, en la dimensión bíblica la vida misma de Dios, su propia identidad. No es una moda.

Por lo tanto, desde el ‘coeur ouvert’ tiene una mirada abierta y que abre las dimensiones de la existencia a una nueva manera de ser.

Mirada presencial y transformante

¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos! Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos” (Is, 35, 4-5)

Paradoja del texto de la primera lectura. Isaías afirma que la venganza y la represalia de Dios está próxima. Pero resulta que no es una venganza al estilo humano, sino que es presencia salvífica. Es una presencia que abre y destapa, que saca impedimentos… Es una promesa próxima que se detallan situaciones que se verán transformada por esa presencia.

Mirada que integra y levanta

“Hermanos míos, no mezclen la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas” (Sant. 2, 1)

Una de las miradas que han caracterizado a sociedades y religiones es la distinguir a unos de otros, separando, marginando y hasta conculcando derechos, especialmente de quienes no eran aceptados. Pareciera que el texto de la 2ª lectura se recuerda que seguir a Jesús no es hacer eso, sino integrar a todas las personas y ¡sin distinciones! Menos mal que el apóstol no ingresa a los templos cristianos, porque vería que todo está determinado con lugares especiales para unos con separaciones y luego todo el resto del espacio para quienes no son como los que están separados.

Por otro lado, el término que utiliza el texto es ‘prosōpolēptēs’ que:

Está compuesto por ‘prosōpo’n rostro, cara y ‘lambanō’ tomar, asir, prender; recibir, aceptar. La expresión hebrea en la que se basa, ‘nā’sā’ pānīm’ (tomar o levantar el rostro, favorecer, actuar de modo partidista), remite al modo de saludar habitual en oriente: quien saluda a una persona de mayor rango se inclina, y la persona saludada levanta el rostro de quien saluda como señal de favor y estima. Cuando el favorecimiento es inmerecido o se basa en una preferencia injusta, estamos ante un caso de partidismo” (Biblia online, 2024)

Esa palabra muchas veces era utilizada en dos sentidos, uno que tendría un tinte positivo porque sería favorecer a alguien y, el otro sentido, sería negativo, porque haría acepción o distinción de personas.

Seguir a Jesús, rompe esa lógica de considerar a otros como no aptos. Y lo más paradójico que él nos presenta a un Dios que se inclina para levantarnos, integrarnos y hacernos parte.

Mirada que supera todo límite y es gerundiosa

“Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis” Mc. 7, 31

En este relato Marcos detalla que la acción de Jesús es itinerante, es decir, su corazón abierto supera todo regionalismo o territorialidad. El estilo del nazareno pareciera ser en gerundios, es decir, que, “como manifestación impersonal, transmite una acción que se está realizando en el mismo momento” (Curia, Christian, 2018).

Jesús estaba volviendo, atravesando, pasando, etc., la acción de Dios no es pasada, es actuante en el momento oportuno de la existencia. La dificultad radicaría, no es cuándo él obra, porque creemos que “gerundiando” lo hace, sino cuándo nuestra mirada es capaz de contemplarlo actuante. ¡La Trinidad está procediendo!

Mirada Jesus

Mirada que recibe de nuevo

“Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua” (Mc. 7, 32)

Aquí se utiliza la palabra apo-lambanō. Este término podría ser traducido como “recibir (algo debido), recibir de vuelta y quitar, tomar aparte” (Biblia online – Mc. 7, 33, 2024). La primera acepción es muy evidente en el texto: a Jesús le presentan un sordomudo. Y él lo recibe. La tercera interpretación también es clara en el texto: lo lleva aparte de la multitud. Y en la segunda afirmación queremos detenernos: “recibir de vuelta”.

El sordomudo fue recibido, no solo una vez, sino dos veces… fue presentado ante Jesús, él lo recibe y tiene el gesto de dedicarle un momento para él, lo vuelve a recibir. Aquí se manifiesta nuevamente “le couer ouvert” de la Trinidad, recibe varias veces, no solo una. Y lo hace dedicándonos su tiempo, de manera particular, para luego volver a la multitud y ser parte. Es importante considerar que en varias culturas de la antigüedad las personas que no cumplían con los parámetros sociales eran excluidas o marginadas… en el Evangelio Marcos nos recuerda que Dios actúa, que no hace acepción de personas, que su mirada/corazón son abiertos, amplios…

Mirada atenta que abre

“Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente” (Mc. 7, 34)

Una escena muy elocuente: Jesús mira y genera apertura. Mira a quien recibe y le dedica tiempo y atención, mira a la multitud, eleva los ojos al Padre, y provoca que se abra la mirada.

Mirar no es solo una cuestión física. Es una acción social porque mirar a otros nos permite reconocernos, descubrirnos como “otros”. Y también es teológica, porque somos objeto de la mirada de Dios, y así nos reconoce, nos valora, somos otros para él y él lo es para nosotros.

Mirar y ser mirados con amplitud, es la pedagogía de Dios, somos capaces de ser contemplados por él y abiertos a una nueva relación: ¡Nadie queda excluido! Ejemplificado en el relato: sordomudo, multitud, Jesús, y otras personas que lo acompañaban. Jesús abre el corazón, la mente, la vida y mira.

Mirar a su estilo

En esta semana queremos focalizar nuestra mirada sobre el misterio de Dios, contemplando que él ve. Hay varios textos de la escritura donde se destaca que “Él ve, él vio”. En el relato Sacerdotal de la creación aparece el detalle “Dios vio que era bueno”. Su mirada crea bondad, especialmente, donde hay capacidad de bien: en el ser humano, en vos, en cada uno de nosotros, por eso afirma que es “muy bueno”.

Otra característica de la mirada del misterio trinitario es elevar. Alzar la vista es motivo de salvación, incluso cuando se está en el pozo. Lo podemos pensar en el relato de José (Gn. 37, 25). La redención es gracia. La mirada de Dios es misericordiosa y compasiva, observa para liberar, ve la congoja de los que sufren y reacciona (Ex. 3, 7), no es una acción para dejar sufriendo, sino para llevar por varios caminos, con otros seres humanos, a la felicidad. La mirada de Dios es liberadora. En situaciones que muchos consideran asquerosas: él pasa junto, mira y actúa. Así genera el Kairós, el tiempo oportuno: “Yo pasé junto a ti y te vi. Era tu tiempo, el tiempo del amor” (Ex. 16, 4 – 14).

El seguimiento de Cristo es una invitación a ver. Los creyentes percibimos que la vida no es un acontecer oscuro y sin sentido, sino que es tomar conciencia de la salvación al alcance de la vista. Porque Jesús nos revela que Dios está, recibe, se brinda, se hace perceptible a los sentidos y moviliza a salir de una postura indiferente.

La mirada es el reconocimiento de lo que acontece y de quien se nos aparece: lo humano ante Dios, lo divino ante los ojos humanos.

Plegaria

Trinidad que nos miras,
Gracias por detener tus ojos ante nuestras vidas para recordarnos que para vos somos muy buenos.
Gracias por recibirnos y dedicarnos tu atención… ¿Por qué somos tan importantes para vos?
Gracias por tantas personas que nos “llevan ante ti”, que también de ellos aprendamos a ser iglesia que lleva a vos, y que no busca que vengan a ella.
Te pedimos que tu mirada abra nuestros ojos y podamos contemplar que estás, que tu presencia es transformante, integra y busca levantarnos de nuestras postraciones o de aquellos que nos convencen que somos malos o que no podemos hacer nada bien.
Te pedimos que tu mirada, que supera todo límite, nos ayude a buscar alternativas para ser comunidades nuevas, que reciben, abren espacios de comunión, de encuentro, de libertad y sobre todo de alegría.
Queremos mirar a tu estilo, y pasar por nuestro corazón el Evangelio,
para que nos transformemos en parteros que ayudan a ver de manera nueva, a tener miradas amplias, mentes abiertas y corazón anchurosos para seguir suscitando hermanos y amigos que con solo mirarnos nos vuelvan a encender

Felices desde la Pascua de la Vida Nueva…

Bibliografía

Biblia online – Mc. 7, 33. (2024).
Biblia online – Stg 2, 1 (2024).
Curia, Christian. (2018). ‘La #vida nos da #señales’. Buenos Aires: PPC.