Tribuna

El Camino de Santiago, una oportunidad espiritual en tiempos de crisis

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Históricamente, los tiempos de convulsión en la Humanidad han traído consigo, además de mucho sufrimiento, un tiempo excepcional que ha sido aprovechado por muchas personas para formularse las grandes preguntas existenciales. En nuestro presente, marcado por una pandemia que ha trastocado todos nuestros esquemas de seguridad, una guerra en el seno de Europa y una crisis económica galopante, muchos en Occidente pausan el ritmo vital y miran hacia lo alto.



Un buen ejemplo es lo que se vive en el Camino de Santiago, seguramente, la peregrinación con más peso histórico en Europa. Tras el parón forzado por el Covid-19, nos topamos con una sorprendente realidad: 2022 es ya el año en el que más personas han peregrinado para abrazar al Santo Apóstol en Santiago de Compostela. Se superó dicha barrera el 21 de septiembre, cuando se alcanzaron las 347.578 compostelanas selladas. Hasta ahora, 2019, justo antes de la pandemia, había sido el año de los récords.

Peregrina en el Camino de Santiago

Sensibilidad por la trascendencia

Una explicación es que es Año Sato Jacobeo, tras ampliarse tal condición un año más por las dificultades para peregrinar entre las restricciones sanitarias. Pero es la última explicación… La primera, con total certeza, es que la sensibilidad por la trascendencia se ha agitado en un contexto marcado por la incertidumbre. Es muy humana esa actitud de aferrarse a las raíces de lo que somos cuando parece que todo se desmorona.

Unas horas, una semana, diez días o un mes recorriendo parajes bellísimos, conociendo a personas de toda condición con las que compartes una ilusión y afrontando una inmersión en el silencio y el esfuerzo, dejando a un lado el teléfono móvil que nos anquilosa, es una oferta vital inmejorable. Sobre todo, si se aprovecha para mantener una actitud de apertura ante lo sobrenatural. Lo invisible que nos interpela.

Genuinamente libres

Ya sea andando, corriendo, en bicicleta o a caballo, si se apuesta por la oportunidad que nos ofrece el Camino de Santiago para ahondar en la propia espiritualidad que cada uno posea y que muchas veces late en nuestra intimidad sin saberlo, con una naturalidad que brota del alma y sin condicionantes de ningún tipo, genuinamente libres, auténticamente nosotros mismos, podemos acercarnos a una intuición cautivadora: la figura de Jesús de Nazaret. El Dios que se hizo hombre para reír y llorar por y con nosotros. ¡Bienvenida sea una oportunidad única!