Tribuna

Algo huele mal

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Cada vez es más evidente que algo sigue fallando en la lucha contra los abusos. El caso del Colegio Highlands El Encinar, vinculado al Regnum Christi, no es único, y muestra que queda mucho por hacer. También es verdad que hay que querer tomarse en serio la realidad de los abusos y, algunas instituciones dan la sensación de seguir ancladas en las antiguas prácticas, como si hacerlo fuese una forma más de tener presente y rendir culto al líder. ¡Cuánto daño hacen los falsos líderes y que fuerza de persuasión tienen incluso muertos! El capellán de este colegio es un ejemplo y las denuncias contra él por abusos a varias niñas no hacen sino señalar lo poco que ha cambiado la obsesión por el líder.



Fue grande el dolor y profundas las heridas dejadas en muchos de sus miembros por Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo que requirieron largos procesos para afrontar la realidad, y acompañamientos psicológicos y espirituales para poder tomar ciertas decisiones ya que sus vidas habían sido muy mal tratadas. El proceso que vivieron en la institución a la que pertenece el colegio citado, no fue fácil ni superficial, pero, habrá que revisarlo porque, evidentemente, algunas manzanas podridas se siguieron escapando a la limpieza.

La generosidad de Benedicto XVI

Tampoco es para alabar la perspicacia de quien nombró y/o consintió que el secretario particular de Maciel, que por fuerza vivió de cerca las atrocidades sexuales del fundador, fuera designado capellán de colegios de niñas, que viene a ser como poner al lobo vigilando el gallinero. Que la vida de Maciel era muy conocida lo demuestra el hecho de que Benedicto XVI, recién iniciado su pontificado, le dio dos meses de tiempo para que se retirase de la forma más discreta y, al no aceptar el gesto generoso y pasados los dos meses, le obligó a hacerlo. Y si la vida del nada ejemplar fundador era conocida, ¿cómo no la iba a conocer su secretario particular?

El triste suceso del Colegio nos demuestra una vez más que los malos hábitos siguen presentes y que aquello que no se sana de raíz tiende a rebrotar. Y, hay más, si la actuación del capellán es todo lo reprobable que cabe, la de las profesoras que han pasado de testigos a investigadas en este caso apunta a que tal vez, haya que hacerse algunos replanteamientos como son los tiempos de revisión profunda del cumplimiento de los protocolos autoconcedidos y aprobados por el Vaticano.

Highlands 2

Y, sobre todo, incidir en la formación desde el principio. ¡Basta de paternidades espirituales! ¡Basta de teologías que deifican el sacerdocio (‘alter Christus’)! ¡Basta de “deformar” conciencias para la obediencia pasiva! ¡Basta de idolatrar a los fundadores!

Hay que ser conscientes de que esta lacra no ha terminado. Como mucho, solo hemos empezado a levantar una esquina de la alfombra y parece que lo hacemos para seguir escondiendo la porquería bajo ella.

No puede ser que todavía haya quienes piensen que todo esto es para desprestigiar a la Iglesia. Nos seguimos jugando la credibilidad y, cada paso en falso, nos hace retroceder lo poco ganado.

Lo sucedido en el Colegio no se puede considerar un hecho aislado. Todo parece indicar que sigue habiendo lobos merodeando los gallineros.