Editorial

Rendir cuentas por justicia y caridad

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Los esfuerzos realizados en este Pontificado para sanear las cuentas y las prácticas financieras de la Santa Sede parecen dar sus frutos. Ahí está la reforma del IOR, los cambios en los pagos en la Congregación para la Causa de los Santos o la primera y contudente condena de la historia por blanqueo de capitales dictada hace un mes por el Tribunal del Estado vaticano. Sin embargo, toda vez que se ha acometido una primera limpieza general, es momento de entrar al detalle.

Vida Nueva ha podido confirmar que el Óbolo de San Pedro, milenario fondo vaticano que recoge los donativos de los fieles para sufragar las obras de caridad del Papa, lleva desde 2013 sin informar de cuánto recauda y en qué se gasta el dinero. Una memoria explicativa del conjunto de actividades realizadas partiendo de los fondos recibidos y la correspondiente auditoría externa es lo mínimo que puede exigírsele para corresponder a la generosidad de quienes depositan su confianza en la Iglesia. Por justicia y caridad. De lo contrario, se seguirán regalando argumentos a quienes piensan que la Iglesia es una entidad opaca y se alimentará la sospecha sobre los fines a los que destina la limosna de sus fieles.

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