El presidente, el vicepresidente y el secretario general de la Conferencia Episcopal Española han viajado a Roma para algo más que presentar sus credenciales al Papa tras las elecciones del pasado mes de marzo. No es habitual que Francisco se reúna en doble sesión con la cúpula de un episcopado, salvo que haya cuestiones de gravedad por abordar. Y las hay.
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Al complejo contexto social y económico del país, sumido en una crisis provocada por la pandemia en la que la Iglesia está llamada a ser la voz y la mano que aúpe a los descartados, se suman los frentes eclesiales abiertos por el Gobierno, como la fiscalidad, las inmatriculaciones, la reforma educativa, la ley de la eutanasia o el Valle de los Caídos.
El aterrizaje definitivo
De puertas para dentro, Juan José Omella, Carlos Osoro y Luis Argüello están llamados a liderar el aterrizaje definitivo –con o sin viaje– de los acentos de este pontificado, con la mirada puesta en la veintena de obispos que tienen que ser nombrados en un margen de dos años y que pueden resultar determinantes no solo para rejuvencer el rostro de los pastores, sino para consolidar –o no– la apuesta papal por una Iglesia en salida.
