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MAYO 2020

Sagrada Familia de Burdeos: hagamos del mundo una única familia

Francia destrozada por la Revolución, época de revueltas y cambios profundos. El 27 de octubre 1793 nace en Burdeos Pedro Bienvenido Noailles. Sus padres le acogen con amor y alegría: “Es un varón, Dios nos lo envía… llamémosle Bienvenido”. Se cría en el campo con una nodriza hasta los tres años. Luego vuelve a su casa de Burdeos, donde le cuesta acostumbrarse. Adolescente inconformista e intrépido (sube por los andamios  a la torre de la catedral para ver Burdeos desde allí arriba), le gusta la diversión, frecuenta clubs y teatros… vuelve a casa tarde. Preocupa a su madre, que cada noche espera su vuelta. Una noche la sorprende llorando y le promete cambiar de vida y prepararse para hacer la primera comunión.

Un joven de su tiempo

Buscador inquieto y ambicioso, estudia humanidades, botánica, música… incluso empieza medicina, pero nada le llena; sigue buscando su camino. De corazón sensible y generoso ante las necesidades de los demás, se inclina hacia los últimos. En 1813, la víspera de la primera comunión, en la catedral de San Andrés y a los pies de la Virgen del Carmen, tiene una fuerte experiencia del Amor misericordioso de Dios en su vida… En adelante, no dará marcha atrás. Su historia de amor con Dios comenzó, a través de María, cuando se sintió amado y no pudo menos que devolver este amor al Creador y a todas las criaturas de Dios.

En septiembre de 1816 anuncia a su familia la decisión de ir a París con su amigo Charriez para estudiar Derecho, pero Pedro Bienvenido sabía bien que era otro el motivo de su viaje. Sale por la ciudad y entra en la iglesia de San Sulpicio para rezar, se acerca al confesionario. Se plantea ser sacerdote pero se considera indigno por su juventud vivida con superficialidad. El cura la invita a que reflexione con calma. Se decide a entrar en el Seminario y escribe a su familia para darle la noticia.

Optó por Dios de manera absoluta. “Es en Ti, es en Ti, donde se encuentra esta vida del alma que es inmortalidad, esta vida del corazón que es un amor inmenso…”. (Notas del Seminario, 1817). En la capilla del Seminario de Issy pasaba grandes ratos ante la imagen de María. En sus escritos comenta: “Ella me lo mostraba… lo comprendí todo”. En 1818, siendo seminarista, Pedro se siente inspirado para crear una amplia Asociación y recibe una comprensión profunda del misterio de Jesús, María y José, que vivieron únicamente para Solo Dios.

Sacerdote y fundador

El 5 junio 1819 es ordenado sacerdote. Sensible a las necesidades de su alrededor, desplegará un gran dinamismo apostólico, especialmente con los jóvenes, los enfermos, los marginados… y trabajará en la construcción del tejido eclesial. Pedro Bienvenido escucha atentamente la Palabra de Dios y  los signos de los tiempos. Las diferentes ramas como respuesta a las necesidades que surgían. En medio de sus actividades como coadjutor en la parroquia de Sta. Eulalia, un barrio pobre de Burdeos, funda en 1820 la primera comunidad de la Asociación. Es el primer grupo de una gran Familia formada por cristianos de todas las edades y condiciones. Él pondrá toda su fe, todas sus energías, todo su corazón en organizar, en el seno de la Iglesia esta Familia.

Pedro Bienvenido compra en Martillac, a 15 kilómetros de Burdeos, una finca –“La Solitude”– y hace de ella el centro de la nueva Asociación. Cada vez es más popular en el pueblecito y sus alrededores; los niños se sienten atraídos por su bondad y las familias le confían sus necesidades. Después de muchas decisiones, esperas, disgustos… en 1840 Roma reconoce a la Sagrada Familia y recibe un Decreto Laudatorio por parte de Gregorio XVI. En 1843 dos hermanas atraviesan la frontera y entran en España. Pronto las obras se extienden por nuestro país: colegios, orfanatos, casas de hermanas enfermeras a domicilio… y otras, según van surgiendo las necesidades de cada momento.

Un soñador

Pedro Bienvenido imaginaba un mundo distinto del que veía a su alrededor, por eso soñó así: “En mi sueño la Sagrada Familia aparecía como un árbol gigantesco, parecido a una encina con ramas repletas de verdes hojas. Se veían en ella flores y frutos de todas las estaciones pájaros de diferentes colores, de todos los países. Cada especie tenía su canto, pero en algunos momentos, todos cantaban como una sola voz. En armonía perfecta, parecían decir: Gloria a Dios, gloria a solo Dios y todo por María”.

Sus originalidades carismáticas:

  • Una familia en la que estuvieran presentes las distintas vocaciones del Pueblo de Dios.
  • Jesús, María y José, la familia de Nazaret como “dulce imagen de un Solo Dios en tres personas y germen de la Iglesia”.
  • María, como Madre de la Iglesia.
  • El espíritu de Solo Dios.
  • El seguimiento de Jesús “desde el Pesebre hasta el Calvario”.
  • Renovar el espectáculo de las primeras comunidades cristianas.

Su testamento

A su muerte, en 1861, dejará una obra con 20.000 miembros. Parte con fama de santidad. Declarado Venerable en 1988, en su testamento destaca: “Nada puede detener desde ahora vuestra carrera: ¡Seguid adelante, creced en número y en virtudes y derramen vuestras manos por doquier la divina semilla de las buenas obras y del buen ejemplo”.

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