José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Yo, gitano, anduve y anduve por largos caminos


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‘Gelem, gelem lungone dromensar’. Las primeras palabras romaníes del Himno gitano se traducen por ‘Anduve, anduve por largos caminos’… Y los que les quedan.



Los gitanos son, sin duda, los inmigrantes más antiguos que residen en España, conservando todavía una cultura propia bien diferenciada de la cultura mayoritaria. Y con respecto a las migraciones gitanas, hay que decir que hace ya muchos años que el gitano español errante es más un mito que una realidad. Es cierto que hasta nuestras fechas se ha mantenido para muchas familias gitanas unas migraciones periódicas con motivos tanto laborales como sociales. Muchas familias se trasladan para trabajar unos meses al año en la recolección de fruta, u otros trabajos determinados, o bien para visitar a sus familiares. Sin embargo, son migraciones con un lugar fijo de partida y retorno. Este seminomadismo parece que hace ya siglos que se realizaba y ha estado muy relacionado con los distintos oficios practicados por los gitanos, como la venta por los pueblos, los arreglos de cacharrerías, etc. En la actualidad, con la pandemia, estos medios de vida se han cortado de raíz. Y ha hecho de nuestros hermanos gitanos uno de los colectivos más vulnerables al Covid-19, no solo por la falta de trabajo sino, en algunos casos, por las condiciones higiénicas en algunas viviendas o chabolas.

Recordaba estas reflexiones antiguas al hilo de que el pasado 4 de mayo se tenía que haber celebrado la Peregrinación Internacional anual a Barbastro, donde murió Ceferino Maya, ‘El Pelé’, beato y patrón de los gitanos, y de muchos que lo invocan. Irían a la ciudad de Ceferino que murió fusilado en 1936 mientras gritaba su fe en el cementerio de Barbastro por defender a un sacerdote, en coherencia con la vida que había vivido. Esta vez la pandemia evitó la peregrinación. Pero ha sido virtual. No se ha suprimido la celebración litúrgica que, como recurso eclesial cada vez mayoritario en estos días, fue difundida por YouTube y presidida por el obispo Ángel Perez Pueyo. Con cantos gitanos, peticiones gitanas, personas gitanas, etc. Allí intervinieron el obispo Xavier Novell, responsable del Departamento de Pastoral Gitana de la Conferencia Episcopal Española y la religiosa gitana Belen Carreras, MI, directora del Departamento. En justicia, se reclamaba la no discriminación y el abandono de prejuicios que, en algunos caso, han llegado a estigmatizarles injustamente por ciertas conductas en la pandemia cuando algunos han buscado en ellos un fácil chivo expiatorio.

Eché mano de mi archivo y encontré un recuerdo que me quedó grabado hace 4 o 5 años mientras visitaba migrantes en Francia. Una noticia desvelaba que el alcalde de Champlan, al sur de París, denegaba sepultura a una criatura gitana de un poblado chabolista, sin luz ni agua corriente. La niña, de dos meses y medio, nacida en la noche del 25 de diciembre (¡tremenda ironía!) fue finalmente enterrada en un pueblo próximo, más de 10 días después de su fallecimiento, en una triste y repetida peregrinación gitana de nuestros días. En esa Francia en donde no cesan las tesis antiinmigración del Frente Nacional y otros.

Dejados de lado

La decisión tomada por el alcalde se hizo con parecidas disculpas a las que se dan contra los migrantes: “El cementerio es pequeño, hay pocas plazas vacantes y la prioridad es para los vecinos… ¡qué pagan sus impuestos locales!”. Este hecho recordaba el de la niña romaní Leonarda Dibrani, detenida en plena excursión escolar para ser expulsada del país año y medio antes. Violencia que se ejerce con ellos desde muy antiguo.

Precisamente, el autor del Himno gitano, el gitano yugoslavo Jarko Jovanovic, inspira sus versos en los gitanos recluidos en los campos de concentración nazis durante la II Guerra Mundial. Se habla de 220.000 asesinados en el Holocausto, de los aproximadamente un millón que vivían en Europa antes de la guerra.

“Oh la saeta al cantar, al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar…”. Es la permanente lucha gitana, desde su fe en Jesucristo, por la dignidad, por la justicia, por la solidaridad, por la igualdad… La misma que acompañó a Valica Costea, niña de 10 años, que contó en el Parlamento Europeo hace pocos años cómo cada día deja su chabola en el poblado madrileño de El Gallinero para ir al colegio. Su hermana mayor ya abandonó la escuela para cuidar a algunos de los 11 hermanos. Otros hermanos no iban al cole: dos son bebés y otros dos no querían “porque tenían miedo”. Valica dice que quiere ser veterinaria. Sus expectativas, las de las niñas de entonces y las de las actuales, pueden dar un vuelco porque siguen –y seguirán en la pandemia– en un contexto de recortes para los más desfavorecidos (Cfr. “De El Gallinero al Parlamento Europeo: una niña gitana acude a Bruselas para defender su educación”).

gitanos en una misa celebración eucaristía en parroquia en Valladolid

Siguen su largo camino a pesar de notables avances, aunque la tasa de desempleo está por encima de la media de la UE, y los niños romaníes tienen menos probabilidades de terminar la escuela. Con demasiada frecuencia, son víctimas de prejuicios, intolerancia y exclusión social.

Con muchas instituciones –por ejemplo el trabajo ejemplar e ímprobo del Secretariado Gitano, cuya actividad comenzó en los años 60 desde la Comisión Episcopal de Migraciones–, la Iglesia también trabaja por la dignidad del pueblo gitano y por revalorizar su cultura y su religiosidad innata. Y con ellos seguiremos modestamente el camino: trabajar por lograr que su propia vitalidad expresiva y celebrativa entre en el tejido de la Iglesia, teniendo como modelo al citado único beato gitano, el español Ceferino Giménez Malla y la de Emilia ‘La canastera’, otra mujer gitana camino de los altares.

Recuerdo lo que el anterior presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, Ciriaco Benavente, muy amigo de los gitanos, escribió no hace mucho: “‘Primerear’, acompañar, involucrarse, festejar son palabras de la jerga del papa Francisco que expresan opciones radicales imprescindibles para hacer realidad la evangelización en la comunidad gitana. Si una buena parte de los gitanos se encuentran entre los grupos más vulnerables hoy, la calidad de respuesta a esta realidad por parte de nuestra Iglesia acreditará la verdad de nuestra opción preferencial por los pobres. Solo haciendo camino con ellos se logrará la evangelización de los gitanos”.

Frente a desprecios y prejuicios, los cristianos deberíamos aprender a expresar y repetir: “Opre Rroma isi vaxt akana, Ajde mançar sa lumáqe Rroma”. ¡Arriba Gitanos! Ahora es el momento Venid conmigo los romà (gitanos) del mundo. Porque, como dijo Pablo VI, “estáis en el corazón de la Iglesia”.