José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Víctimas de su vocación


Compartir

JUEVES

CES Don Bosco. Presentación de Liderazgo de discernimiento eclesial: Método LiDE (SM/PPC). Advertencia de Alejandra: “Querer tener respuestas para todo y, por tanto, el control de la situación, evitando el conflicto y la incertidumbre, ya no tiene sentido”. Elías se mira en el espejo:  “El miedo, la inseguridad y el hecho de que nos sobrepasen las tareas que nos encomiendan se traducen en control, en dejar a gente dañada”. María añade una idea para liderar en clave de Evangelio, que no se tiene en lo civil: “Abrirse para aprender de la propia realidad y de lo que el Espíritu nos está sugiriendo”.



SÁBADO

Diálogo abierto con los marianistas en su escuela de verano. Sobre el presente y el futuro de la Iglesia. Alguien pregunta sobre la reforma de los seminarios. Comparto que sí avanza la reestructuración. Esa fusión formal. Pero falta la fisión interna. Descontento en Roma porque no se ha entrado de lleno en la revisión del acompañamiento y de la formación. Teológica. Afectiva. Pastoral.

DOMINGO

¡A veces, de tanto dar vueltas a la parábola, sin buscarlo, la lleno de tanta calidez poética espiritual y calidad mental cinematográfica que desdibujo su crudeza real para hacerla masticable y digerible! Aburguesando, no al samaritano, sino a la víctima de la paliza. Enrique, desde el ambón, me devuelve a la realidad. En Chad, con una hambruna intratable cada siete años que condena a un triaje letal. “El samaritano se encontró con un herido, yo me encontré con miles de personas que no tenían qué comer”. En Chad, con una guerra civil que lleva a proteger al débil jugándose el pellejo. “Ser samaritano es arriesgarse”.

Sodalicio de Vida Cristiana. Ilustración

MARTES

Cristina me pregunta sobre el listado de instituciones intervenidas por la Santa Sede por irregularidades varias. Y no precisamente económicas. No existe. Quizás elaborarlo y hacerlo pública, estigmatizaría a aquellas que están en un proceso de acompañamiento para purificarse o refundarse. Pero, entretanto, la ausencia de transparencia continúa dejando heridos. Y fallecidos. Los primeros desamparados, los obispos, que muchas veces no saben lo que se les viene encima o lo que han heredado. No se quedan atrás esos padres y madres que entregan a sus hijos e hijas a una aparente comunidad de vida consagrada ejemplar. Aparente. Y, por supuesto, están aquellos que han creído encontrar su vocación, su lugar en el mundo y, sin saberlo, son víctimas.

Lea más: