Jesús Manuel Ramos
Coordinador de la Dimensión Familia de la Conferencia Episcopal Mexicana

Un pasito adelante


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Pasa el tiempo y pareciera que todo cambia; sin embargo, muchas cosas se mantienen constantes, quizá se matizan con las épocas culturales, pero en general, parecen danzar al ritmo de: “Un, dos, tres – Un pasito pa’lante María,  Un, dos, tres – Un pasito pa’trás”.



El papa Francisco en su reciente Carta Encíclica ‘Fratelli Tutti’, (Cfr FT 10 y 11), comenta que: “Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración” […] “Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados” […]  “Lo que nos recuerda que «cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día”.

En ‘Fratelli Tutti’ 13, nos habla el Papa de una penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Y así, sin tomar en cuenta la experiencia de esfuerzos anteriores, sin conciencia histórica, desarraigados, somos blanco fácil de ideologías que destruyen (o de-construyen), todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones.

En el caso de las organizaciones laicales, es frecuente observar este fenómeno de avance y regreso, usualmente en ciclos generacionales entre cinco y diez años, resultando en que algunos puntos que parecían haber sido resueltos, comienzan a sufrir algún retroceso y en algunos casos se reinicia de cero, como si se despreciara la historia y se rechazara la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de generaciones, y se ignore todo lo que los ha precedido.

Se escuchan argumentos como “ya tuvieron su tiempo, ahora es el nuestro”, y se culpa a las estructuras anteriores de todo lo malo que sucede en el presente. Esto usualmente genera inquietudes y decepciones en aquellos que perciben la situación, restándole ímpetu al impulso misionero que dichas organizaciones deberían tener. Por ello nos indica el papa Francisco (AL 193), que la ausencia de memoria histórica es un serio defecto de nuestra sociedad. Es la mentalidad inmadura del «ya fue». Conocer y poder tomar posición frente a los acontecimientos pasados es la única posibilidad de construir un futuro con sentido. No se puede educar sin memoria.

Como padres de familia, como laicos y como Iglesia, tenemos la responsabilidad de aprender del pasado, de respetar lo bueno que se ha construido, pero también de encontrar las áreas de oportunidad, para afrontar sin miedo el desafío de transformar las realidades en beneficio de las personas que amamos, de nuestra familia y de nuestra comunidad.