¿Sigue aún vigente la prueba del algodón?


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La “prueba del algodón” la puso de moda el anuncio de un producto de limpieza. En él, un mayordomo pasaba un algodón por los azulejos para certificar que salía inmaculado, gracias, naturalmente, al limpiador utilizado. De ahí hemos pasado a utilizar la “prueba del algodón” para casi todas las facetas de la vida. Por ejemplo, para muchos, la “prueba del algodón” de si una fusión bancaria es buena o mala la encuentran en cómo la valoran aquellos considerados como adversarios: si Podemos o ERC critican esa operación, es señal de que es buena. Por supuesto, el mecanismo funciona exactamente igual en sentido contrario.



Lectura “inversa” de la Escritura

Con respecto a la Biblia, concretamente a su interpretación, sabemos que en los orígenes del cristianismo existieron grupos, denominados con distintos nombres: cainitas, ofitas, naasenos, peratas, etc., cuya característica fundamental era la lectura “inversa” de la Escritura. Para ellos, la Biblia se debía, en último término, a un dios menor, incluso malvado, que era el dios de los judíos (y de los cristianos de la denominada Gran Iglesia). Estos grupos tenían en gran parte un carácter gnóstico, con un componente dualista muy importante: la creación era mala, porque lo realmente valioso era el espíritu, no la materia. Así pues, si la Biblia –producto de un principio malo– alababa a unos personajes y criticaba a otros, eso significaba que había que entenderlo exactamente al revés. La prueba del algodón.

algodón

De esta manera, personajes bíblicos “malos” –como la serpiente, Caín o Judas– pasaban a ser comprendidos como los verdaderos héroes de la historia, dando incluso nombre a los propios grupos: cainitas, por Caín; ofitas y naasenos, por la serpiente (ofis y nahás es “serpiente” respectivamente en griego y hebreo), o incluso haciendo de ellos los protagonistas de algunos textos, como ocurre con el famoso Evangelio de Judas, donde el discípulo que entregó a Jesús se convierte en modelo de discípulo. Escribe Ireneo de Lyon: “Dicen [los cainitas] que Judas, el traidor, fue el único que conoció todas estas cosas exactamente, porque solo él entre todos conoció la verdad para llevar a cabo el misterio de la traición, por la cual quedaron destruidos todos los seres terrenos y celestiales. Para ello muestran un libro de su invención, que llaman el Evangelio de Judas” (Contra las herejías I, 31, 1).