Salidas


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No sé por qué vuelvo a verla. Soy reincidente respecto a algunas de ellas. Tampoco sé a qué estado de ánimo respondo cuando, de noche, decido volver a ella. Aparentemente, es una película muy sencilla, hecha de miradas, silencios, frases cortas y cantos rodados, todo muy cotidiano, pero marcada por pequeñas historias de amor, alguna no resuelta.



Yojiro Takita es el director japonés de esta pequeña joya –para mí, claro– que nos coloca ante la muerte con la delicadeza y la unción que esta se merece. La película de 2008, cargada de premios (entre ellos, el Oscar a la mejor película extranjera), se titula ‘Okuribito’ (‘Departures’) y en España se tradujo como ‘Despedidas’.

Hay que tirar de internet para comprender lo que el protagonista realiza a los difuntos con tanta elegancia, a la vez que se enfrenta con su propia vida. Se trata de un ritual tradicional japonés, en vías de extinción, que se mantiene en las zonas rurales (como no podía ser de otro modo) para amortajar a los fallecidos. Esta tarea antes la realizaba la familia, como en nuestros pueblos, pero ahora está en manos de profesionales. El ritual se llama ‘Nokan’.

Okuribito_pelicula

Como el nokanshi que realiza la ceremonia del amortajamiento, como si tratara de un arte, de cara a la familia de la persona fallecida, con sus gestos tranquilos y medidos, vuelve a restaurar al ser querido. Lo lava, lo viste, lo maquilla, con el mayor respeto que esa persona se merece. El elenco de actores habla solo con las miradas, que expresan los sentimientos más profundos.

Exequias

Estas exequias, ritual de salida, como nosotros decimos, nos colocan cara a cara con el sentido de nuestra vida. Es la muerte, tan escondida para nuestros pequeños, como si viviéramos en el palacio de Buda, donde la pobreza, el dolor y la muerte eran tabú para el pequeño Siddhartha. Aún recuerdo en plena pandemia los funerales de un anciano sacerdote en el que éramos tan solo doce personas, por las restricciones y por el miedo. Pero en el primer banco estaban sus sobrinos y sus sobrinos nietos de siete a doce años. Era conmovedor. Felicité a los niños y a los padres.

Como en las estaciones y aeropuertos, grandes carteles nos señalan las puertas de salida. En realidad, difunto significa aquel que ha llegado a la meta, pero la muerte, como dice el encargado de la incineración en la película, después de trabajar tantos años en esto me doy cuenta de que la muerte no es más que una puerta de entrada. Siempre acabo emocionándome. ¡Ánimo y adelante!

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