Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Qué profesiones apreciamos más


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En un mundo economicista como en el que vivimos, los trabajos son más o menos apreciados según el salario que se recibe por ellos. Los buenos trabajos son aquellos por los que se recibe más remuneración y los malos aquellos peor pagados.

Les decimos a nuestros hijos que trabajen duro para poder tener un buen trabajo que les proporcione unos buenos ingresos. Muchos de ellos quieren ser “influencers” o “youtubers” o deportistas de élite porque se gana mucho en ello y “aparentemente” se trabaja poco.



Quienes ganan mucho son apreciados y exaltados como personas importantes para nuestra sociedad. Los que tienen pocos ingresos son mirados como fracasados y, en ocasiones, con desconfianza o desprecio. Los trabajos (como el doméstico o el voluntario) son ninguneados, no se les da importancia y algunos no lo consideran ni trabajo porque no tienen remuneración.

Otros empleos son ninguneados y pagados mal por la baja cualificación que es necesaria para realizarlos. Los servicios de limpieza, la recogida de basuras, las personas que atienden en un supermercado, los repartidores a domicilio… El hecho de que no se necesite una formación especial para hacerlo hace que muchos de ellos tengan una remuneración que, con frecuencia, está por debajo de lo que podría considerarse un salario digno.

Esta pandemia ha revalorizado, sin embargo, todos estos servicios y algunos más. Porque para que una sociedad funcione no solo necesitamos empresarios que creen empresas y las hagan funcionar (que evidentemente los necesitamos), no solo precisamos de entidades financieras que nos faciliten el acceso al crédito y la guarda de nuestros ahorros (cuestión importante para que una economía funcione) o personas que tomen responsabilidades públicas y privadas haciendo un gran esfuerzo personal cuando las asumen.

sanitarios

Para que todo funcione precisamos también de personas que limpien las calles, los edificios, las casas, que recojan las basuras y las procesen para reciclarlas, que cultiven los productos con los que nos alimentamos, que críen a los animales que nos proporcionan huevos, carne, leche, etc.

Que cuiden a nuestros mayores en casa o en las residencias, que nos curen de nuestras enfermedades, que transporten mercancías y personas de unos lugares a otros… Sin todos ellos nuestra sociedad no funcionaría.

Sin embargo, la sociedad podría funcionar muy bien y nuestra vida alcanzar la plenitud sin la existencia de futbolistas con salarios estratosféricos, de  youtubers o influencers, u otras categorías de personas con unas remuneraciones muy elevadas… De hecho, en una situación como la de la pandemia, su concurso para que todo funcione es mínimo, no tiene una importancia clave.

Por eso, para el mundo post-coronavirus, creo que debemos plantearnos que todas ocupaciones tienen una importancia tal que deben recibir un salario suficiente para llevar una vida digna. Una de las enseñanzas, pues, que podemos utilizar para dirigir ese cambio que siempre se está dando es que deberíamos garantizar un salario digno a todas las personas, porque la mayoría de los trabajos son esenciales para que la sociedad funcione correctamente.