Pastoral de la comunicación, una tarea urgente


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Desde hace poco tiempo nos hemos acostumbrado a hablar de los medios de comunicación que llamamos “de la Iglesia”, o “eclesiales”, en los mismos términos en los que se habla de los medios “no confesionales”. A juzgar por los comentarios periodísticos o por las conversaciones que se pueden escuchar, en la Iglesia hay medios de izquierda y de derecha, “progres” y “conservas”, anti-Francisco y pro-Francisco, cercanos a “la derecha norteamericana” o a las “corrientes populistas”. En definitiva, parece que en la Iglesia hay para todos los gustos.

Curiosamente detrás de esos simplificadores calificativos se nombra a obispos y cardenales como mentores, financistas o directamente propietarios. De hecho a cada paso que da el papa Francisco, para los observadores atentos, es fácil prever las reacciones de los diferentes medios de comunicación eclesiales, ya se trate de cadenas internacionales de televisión, publicaciones periódicas, portales en internet, espacios en redes sociales, radios o agencias de noticias. Quizás por eso el Papa prefiera hablar con Jordi Évole en La Sexta.

Salvo honrosas excepciones que se destacan por su calidad periodística y en las que los editores aclaran que no representan la voz de toda la Iglesia sino que se muestran como una voz más en la Iglesia, en general ese tipo de publicaciones tienden a aparecer como representativas de “la verdadera Iglesia”, ya se refieran a la Iglesia de las más “puras tradiciones” o a la Iglesia representativa de “los pobres y marginados” del planeta. En general se presta de esa manera un pobre servicio al Pueblo de Dios.

La comunicación de los medios eclesiales

Lo sorprendente de esta situación es que se está dando hacia el interior de la Iglesia el mismo fenómeno que la Iglesia siempre ha criticado en los medios “no confesionales”. De diferentes maneras la enseñanza de la Iglesia ha criticado la forma en que los grandes medios se ocupan de las problemáticas eclesiales o sociales y de la tendencia a ser representativos de intereses o ideologías en virtud de los cuales tergiversan la realidad.

Esas mismas críticas hoy pueden dirigirse a medios eclesiales que, en ocasiones con notable imprudencia, son también vehículos de fake news y de todo tipo de chismes o comentarios que solo tienen como objetivo confundir o engañar. Se ofrece de esa manera un triste espectáculo que fácilmente se podría calificar de “escándalo” en el sentido bíblico del término.

En medio de esta verdadera jungla de voces aparecen las Oficinas de Prensa oficiales del Vaticano, de las diócesis y las Conferencias Episcopales, que en ocasiones deben preocuparse más de lo que publiquen los medios “católicos” que de lo que digan los medios “seculares”. La tarea de estas oficinas es compleja y desafiante porque deben informar con la mayor objetividad posible sobre la vida de la Iglesia en un contexto nada favorable. Pero la comunicación de la Iglesia no puede reducirse a las informaciones oficiales y todos los fieles tiene derecho a expresarse también a través de los medios.

Pastoral de la comunicación

Preocupada por lo que los medios masivos de comunicación seculares dicen sobre la institución eclesial quizás la Iglesia haya descuidado el acompañamiento pastoral de quienes, en muchos casos con honestidad, desean hacer presente la voz del Evangelio en el desafiante mundo de las comunicaciones. Allí es urgente una voz iluminadora que con conocimientos técnicos sea capaz de orientar pastoralmente.

Las tecnologías han irrumpido en la vida de la Iglesia y la están transformando más allá de lo imaginable. El tema no pertenece a un aspecto marginal en la vida del Pueblo de Dios, la Iglesia es comunión, es comunicación, se trata de una cuestión central a la que es necesario dedicarle esfuerzos, recursos y tiempo de reflexión.