Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

No regarás el jardín de tu prójimo


Compartir

A veces parece que vivimos en el País de Nunca Jamás, donde la realidad está en suspensión, y la siguiente historia es una buena ilustración. Michael Jennings es un pastor evangélico residente en Childersburg, Alabama, que fue detenido por regar las hortensias y petunias de su vecino (Franklin, 2022). Es habitual que uno encargue a un vecino que mientras está ausente por vacaciones, cuide su jardín y el reverendo Jennings es tan buen pastor como vecino. También vende muebles. Pero no fue arrestado por ninguna de esas tres cosas, sino por ser afroamericano.



El pastor Jennings tiene 56 años y oficia en una comunidad evangélica perteneciente al movimiento cristiano estadounidense Vida en Abundancia. Su vecino le había pedido que regara su jardín, pero, mientras lo hacía a las seis de la tarde, una vecina llamada Amanda sospechó que se trataba de una actividad ilícita. Telefoneó a la policía informando de que un negro estaba realizando actividades sospechosas en la propiedad de un vecino ausente por vacaciones (Medina, 2022).

Diligentemente, la policía —un sargento llamado Jeremy Brooks, acompañado de otros dos agentes— acudió al domicilio del hogar presuntamente violado y halló al pastor regando plácida y amigablemente las flores del vecino. Todo quedó registrado por la cámara frontal del agente del orden. Preguntó a Jennings qué hacía y este fue escueto: “Regar las flores”. Se identificó como “pastor Jennings” y dijo vivir al otro lado de la calle (Pilkington, 2022). El agente —caucásico blanco— le advirtió que no debía estar en una propiedad que no era suya, a lo que el pastor respondió que “se supone que debo estar aquí, Estoy cuidando su casa mientras no están, cuidando sus flores”.

Como, por ahora, regar el jardín ajeno no está tipificado como delito en el código penal de Alabama, Jennings no dio muestras de cesar en su actividad. Los policías se acercaron a él amenazadoramente y él les advirtió de que no tenían derecho a acercarse de ese modo a él. “Si me quieren encerrar, enciérrenme, pero voy a seguir regando estas flores”, añadió para enojo del oficial de la ley. “Solo estoy regando las flores”, le señaló.

El delito de ser afroamericano

Para asegurarse de que el sospechoso denunciado decía la verdad, el policía le conminó: “¿Cómo sé yo que esa es la verdad?”, que solo estaba regando. Toda la conversación está grabada, así que los entrecomillados son textuales. Jennings respondió: “Porque tengo la manguera de agua en la mano”.

El policía constató la evidencia de que Jennings reconocía que aquella propiedad en la que se hallaba no era suya y no llevaba consigo ninguna documentación para probar que el vecino le hubiera encargado regar su jardín. Tampoco accedió a proporcionar una identificación para justificar quién era porque dijo que no había hecho nada malo que lo justificase. La ley de Alabama dice que solo se puede exigir la identificación si la persona está cometiendo un delito o está a punto de hacerlo.

Inmediatamente —dos minutos después de llegar— la policía arrestó al pastor acusado de “obstruir las operaciones gubernamentales” y fue introducido forzadamente en el vehículo policial. Mientras era introducido criticó que se le estaba perfilando racialmente —es decir, solo le habían acusado de un delito porque era afroamericano—.

Sin odio a los policías

Jennings fue conducido al calabozo. La buena vecina Amanda se arrepintió al ver por fin que era el pastor Jennings el detenido y dijo a la policía que quizás era cierto que Jennings simplemente estuviera regando las flores como un favor al vecino que se había ido a descansar a las montañas del norte. Se da la casualidad de que Amanda había invitado meses atrás al pastor Jennings a la fiesta de graduación de su hijo, pero ella, de lejos, no lo reconoció, sino que simplemente distinguió a un afroamericano. Pese a que Amanda se identificó como la llamante anónima y afirmaba que Jennings era un vecino y posiblemente era verdad lo que decía, los policías continuaron su arresto.

Mientras el reverendo Jennings era conducido en el vehículo policial al calabozo, uno de los agentes le pidió que rezara por él ya que tenía problemas familiares en casa y Jennings comenzó a orientarlo (Medina, 2022).

Las comprobaciones cuando contactaron con los vecinos confirmaron que así era y un juez determinó su libertad sin cargos. Jennings ha expresado su intención de presentar una demanda por arresto ilegal. Jennings ha pedido a su vecina Amanda que cuente lo sucedido ante los medios locales, pero la familia se ha negado porque, según su marido, “mi esposa no tiene nada que ver con esto”.

El pastor ha declarado que no guarda ningún odio contra las personas implicadas en su detención. “No estoy en contra de la policía, pero necesitamos una buena policía… La Biblia nos enseña a amar a tu prójimo, ya sea para quien quiere que riegues sus flores o para quien llama a la policía”.

Este caso ilustra otro episodio del fenómeno de marginación racial y abuso policial tan extendido en Estados Unidos, pero el drama sucede de tal modo que parece un sainete social, una sátira que, sin embargo, fue absolutamente real. La policía encuentra a un afroamericano en la propiedad de otra persona —que quizás también fuera afroamericano— y una llamada sospechosa que informa de posibles actividades delictivas. Lo que se encuentra es a una persona regando flores y pese a la evidencia —tiene la manguera en la mano y es lo que hacía cuando llegaron—, continúan con la sospecha. Es ser negro lo que hace sospechoso que no esté haciendo lo que hace. Se produce la conversación digna de la comedia del absurdo, cuya secuencia resumida es la siguiente: ¿Quién es usted? El pastor Jennings, vivo en esta calle. ¿Y qué hace? Regar. ¿Y cómo sé que es verdad? Porque tengo una manguera en la mano que está echando agua sobre las flores.

Vivimos en un mundo en el que las más patentes evidencias no tienen asegurado que puedan ser reconocidas cuando los prejuicios nublan la conciencia. El caso del pastor que regaba las flores es un ejemplo próximo al negacionismo: pese a que está regando y solamente regando a plena luz del día y con todo el vecindario como testigo, sospechan que no está regando, sino que es una coartada para un delito. Y por mucho que el pastor aporte evidencias, quizás incluso la sospecha se agudiza, hasta el extremo de que cuando la denunciante anónima se identifica y rectifica, la detención continúa y es encarcelado en la comisaría por cargos que solo un juez desestimó.

En medio de todo ese absurdo acontecimiento —que representa la dureza y profundidad del racismo policial que le cuesta la vida a tantos afroamericanos—, el amor del pastor por la denunciante y los policías —a quien ayuda en el curso de su traslado a prisión— brilla como lo único verdaderamente real que devuelve el sentido y apunta por la dirección que nos hace retornar a la realidad.

Referencias

  • Pilkington, Ed (2022). Alabama Black pastor arrested while watering neighbour’s flowers. The Guardian, 31 de agosto de 2022.
  • Medina, Eduardo (2022). Alabama Pastor Is Arrested While Watering Neighbor’s Flowers, Video Shows. New York Times, 31 de agosto de 2022.
  • Franklin, Jonathan (2022). A Black pastor was watering his neighbor’s flowers. Then the police showed up. NPR, 30 de agosto de 2022.