Hace unos días, estábamos en el umbral, mirando al cielo en silencio, esperando la luz del Espíritu. Hoy, miramos a León XIV, al Papa elegido. El humo blanco ya salió, pero el camino apenas comienza.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
No es momento de quedar atrapados en las expectativas. No se trata solo de ver quién ocupa el lugar de Pedro, ni de anticipar lo que hará o no hará. Se trata de ver cómo nosotros, como Iglesia, acompañamos a quien ha sido elegido. Porque el nuevo Papa, aunque es la cabeza visible de la Iglesia, no es el único que tiene la misión de caminar con el pueblo de Dios. Esa misión es nuestra, es de todos.
Durante estos días de espera, estuve en Roma por el Jubileo y, justo previo al cónclave sentí algo que no se puede explicar con palabras. Había una especie de latido en el aire. Un movimiento del Espíritu que no pedía nuestro control ni nuestras previsiones. En estos días nos hemos mirado a nosotros mismos, y hemos rezado, escuchado y esperado.
La sede vacante no fue un vacío absoluto. Fue un tiempo en el que la Iglesia se recogió en oración, se unió en espera, se preparó para lo que vendría. ¡Y lo que ha venido es un Papa!, pero también un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia. Ahora que hemos escuchado su voz, lo que sigue no es un acto de observación. Es un acto de comunión.
El Papa, en su primer saludo, no hizo promesas. Nos miró y nos habló con humildad, y esa mirada fue lo que más nos tocó. La sencillez con la que asumió su misión nos invitó a todos a seguir su ejemplo. No es solo un Papa el que comienza su camino, es toda la Iglesia que empieza de nuevo con él, porque esa paz que nos deseó, es la que estamos llamados a manifestar.
El Papa es solo un hombre elegido para representar a toda la Iglesia, pero como hombre es frágil. Y eso es lo hermoso: no es un salvador, ni un mesías, es un discípulo como nosotros, llamado a guiar a otros discípulos. Ese es el verdadero sentido del pontificado: no un lugar de poder, sino de servicio. El Papa, al igual que nosotros, camina por el mismo camino de fe, de dudas, de esperanza, de oración. Y ese es el camino que ahora tenemos que recorrer juntos, en sinodalidad, como él mismo lo ha mencionado.
Pero, como bien sabemos, lo que la Iglesia necesita no es solo un nuevo Papa, sino un nuevo pueblo, y es ahí donde está el desafío. El Papa no lo hará todo. Nosotros, como Iglesia, somos corresponsables en la misión. Cada uno de nosotros tiene una parte que jugar, ya sea en la oración, en el servicio, en el acompañamiento. No estamos aquí para ser espectadores, sino para ser discípulos misioneros, activos y comprometidos.
¿Y cómo caminamos con él? En primer lugar, con confianza. No con una confianza ciega, sino activa, que se pone en acción, que se transforma en obras. El Papa es nuestro guía, pero el camino lo hacemos todos juntos. Es el Espíritu el que nos impulsa, y nosotros, como Iglesia, debemos estar dispuestos a dejar que Él nos guíe.
Ahora comienza el tiempo del papa León XIV, pero también comienza nuestro tiempo. No es solo un nuevo pontificado lo que empieza, es un nuevo capítulo de nuestra vida como Iglesia, lleno de desafíos, de incertidumbre, de decisiones difíciles, pero también lleno de esperanza porque sabemos que la historia de la Iglesia no depende de nosotros, sino de Dios.
La elección del Papa es solo el comienzo. Lo que venga después dependerá de cómo cada uno de nosotros responda al llamado del Espíritu, cómo cada uno de nosotros decida caminar, cómo cada uno de nosotros, como Iglesia, decida ser luz en el mundo.
Lo que vi esta semana:
Al papa León XIV salir al balcón principal de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
La palabra que me sostiene:
“La paz sea con todos ustedes”. (Papa León XIV)
En voz baja:
Dios te salve María…