Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Los migrantes no deberían ser un problema


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La crisis migratoria en Latinoamérica tiene un nuevo capítulo; ya no son solo las caravanas de migrantes desde el centro del continente que se dirigen por México hacia los Estados Unidos, la tormenta política en Venezuela ha expulsado a más de 5 millones de venezolanos por el mundo, y al bajar las restricciones por el covid 19, la pandemia de la xenofobia sigue cobrando víctimas.



Más allá de un simple análisis de legalidad o regularidad, el tema migratorio es principalmente humanitario, son seres humanos: hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos quienes atraviesan a pie el continente por un futuro, o mejor, un presente diferente.

La respuesta política puede tardar décadas, pero las ayudas sociales son urgentes, y los países receptores deben articular acciones que no aumenten la xenofobia entre sus connacionales.

Frases como: “están dañando a nuestra gente” o “que su gobierno se haga cargo”, “primero hay que vacunar a los nuestros”, “cuando tengamos resueltos los problemas nuestros le solucionamos al resto”, “un país debe preocuparse de su propia gente”, reflejan la poca sensibilidad humana ante un drama que hoy afecta a uno de nuestros pueblos, y lamentablemente por las malas decisiones electorales, no sabemos cuál país será el siguiente.

Lo legal tiene que ser humanitario

Por ello, el desafío debería ser responder desde el humanismo, en acciones que no vayan en detrimento de la dignidad humana. Los migrantes no son delincuentes, que atraviesen un paso de manera irregular, no los convierte en criminales. Y con esto no se pretende decir que no hayan controles, todo lo contrario, es necesario controles, reglas y normas que puedan estar al servicio de los hombres, pues “el sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado”.

El tema migrante toca la fibra de la interdependencia de los pueblos, el problema de uno afecta a todos, no es que hay una o dos dictaduras en Latinoamérica, es que hay hermanos nuestros que claman por atención humanitaria y nos despiertan de la falsa anestesia de tranquilidad a los que creen que no nos afectará la situación del vecino.

Aprendamos de la pandemia

La pandemia del covid 19 debería ser la lección suficiente para entender que los problemas sociales son globales, que afectan en mayor y menor medida a todos, y que la búsqueda de solución debe hacerse desde el consenso y la buena voluntad, en búsqueda del bien.

Un autor argentino en un comentario sobre la ecología humana menciona unas ideas que considero se relacionan con la situación de los migrantes: “Todo lo que existe se encuentra en relación (…) Todos los seres cuentan, y poseen una relativa autonomía; nada es superfluo o marginal. Cada ser constituye un anillo de la inmensa cadena cósmica”, en pocas palabras, nada ni nadie sobra, no hay seres de más, todos son importantes y necesarios, incluso los migrantes que siguen golpeando con su silente llanto de desespero las puertas de las fronteras en América Latina.

La solución en manos de todos

Ojalá la sindéresis reine en el corazón y la mente de los gobernantes, primeros responsables en desmontar el discurso de xenofobia, y en generar condiciones humanitarias que respondan a la necesidad del problema de los migrantes.

Ojalá que los pueblos del continente, no solo velen por sus legítimos intereses, sino que sean capaces de abrirse al encuentro del otro, y que con la mayor claridad puedan ofrecer las ayudas con lo mucho o poco que tienen. En fin, ojalá se multipliquen las voces en denunciar esta lacerante realidad, que puede durar más que el covid 19.